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Vinos argentinos de 100 puntos se volvieron casi cotidiano para algunas bodegas. Un puñado de ellas pueden brindar pero la industria toda, a decir verdad, no tienen mucho para festejar. Una dirigencia perdida, concentrada en su negocio chico y en sacar provecho de una tierra bendita. Eso si, ya son 19 las provincias que producen vino.

¿Por donde empezar? Claro, más allá que nos quieran convencer que el vino argentino es el mejor del mundo, cosa que está lejos de ser verdad, más allá que el malbec sea cada vez mejor ponderado en las góndolas y en las copas de los cientos de milllones de fanáticos del vino dispersos por el mundo, la vitivinicultura argentina vive hoy un estancamiento productivo y comercial que lleva ya más de una década.

No tiene sentido dar mucha vuelta al asunto que ya comienza a tener una tendencia de volverse un problema crónico.

Comenzaremos con el ÁREA SEMBRADA, en franco retroceso desde hace ya más de una década, ya van 8 años consecutivos de baja en este rubro, cada año menos hectáreas.

Todavía no se conocen los datos del 2022 pero ya se sabe que será menor a las ha de 2021, año que se registró una disminución de 1,8% en la cantidad de ha. sembradas con respecto al año anterior, el 2020. Lo que podría traducirse en un rendimiento cercano al 98% del nivel anterior. Esto motivado por una caída en la producción de uvas en Mendoza y San Juan. El 2022 posiblemente el retroceso supere el 2% llegando a un total apenas por arriba de las 200.000 ha sembradas

El CONSUMO INTERNO bajó apenas 1,3% entre 2021 y 2022. No parece nada alarmante, no pero si tomamos el mes de Diciembre de 2022 contra el del 2021, la baja es de 23,4%.

El consumo de vino en botellas de 750 cc bajó un 31% (representa el 62,8% del consumo). El de tetra también bajó, menos, un 8,2% (representa el 33% del consumo). La damajuana también, un 9,5% menos (representa apenas el 3,5% del consumo) pero no tanto como la lata -una de las preferidas en 2021, su mejor año- que bajó un 30%, claro, no es grave, apenas representa un 0,2% del consumo total, apenas un poco más que el consumo de vinos en Bag in Box que representa un 0,3% de las ventas pero que tampoco se salvó de la baja general con un 3% menos.

Para cerrar el capítulo del consumo interno, el 75% de todo lo que se produce en la Argentina -el otro 25% se exporta-, el consumo per capita anual también bajó, si, otra vez, un poco menos, en 2022 fue de 17,5 litros de vino per capita.

El caso de las EXPORTACIONES DE VINOS de la Argentina es realmente interesante. Más allá que la dirigencia de la industria cuenta y explica en medios que el negocio va viento en popa -varias etiquetas lograron reconocimientos de entre 98 y 100 puntos-, nada más lejos de la realidad, al contrario, en algunos casos los números son alarmantes y muestran a las claras que el negocio del vino es solo para unos pocos.

Las exportaciones argentinas -el 25% de todo lo que se produce- de vino se redujeron en un 21% entre 2021 y 2022. De 336 millones de litros en 2021 a 265 millones de litros en 2022, el 74% de ellos en botella y el 26% restante exportaciones a granel. 84% de ellos de uvas tintas y 16% de uvas blancas.

El mes de diciembre fue aún peor, dos o tres puntos menos de exportaciones.

Para tener una idea como le va ala Argentina en relación a como le va al mundo vale tener en cuenta algunos datos precisos. Desde el 2012 hasta hoy, 2023 que recién comienza.

2012 fue un año histórico para la vitivinicultura argentina. Con casi 220.000 has. sembradas Argentina ese año exportó 370 millones de litros.

En 2013 se exportaron 321 millones de litros.

En 2014 se exportaron 266 millones de litros.

En 2015 se exportaron 269 millones de litros, apenas un poco más pero no fue caída.

En 2016 se exportaron 258 millones de litros.

En 2017 se exportaron 225 millones de litros.

En 2018 se torció el rumbo y se exportaron 268 millones de litros, eramos el 10º exportador del mundo.

En 2019 se exportaron 300 millones de litros y así llegamos a ser el 9º exportador de vino de la Tierra.

En 2020, en plena pandemia hubo un golpe fuerte gracias al vino a granel, se exportaron 384 millones de litros. Saltamos al 6º lugar entre los exportadores, el granel fue casi el 45% de las exportaciones, con premios internacionales y todo. Las autoridades de la industria lo festejaron casi como en un mundial.

En el 2021 volvimos a la cruda realidad, se exportaron 289 millones de litros y desaparecimos del Top Ten de exportadores, caímos por detrás de los EE.UU. y quedamos 11º en el escalafón mundial.

Y llegamos a este 2022 que pasó hace apenas un mes. Argentina exportó 265,7 millones de litros, unos 850 millones de dólares, lejos de los casi 1.000 millones del 2021. El 30% de los vinos en botella -la gran mayoría de nuestras exportaciones- fueron a los Estados Unidos, el 12% a nuestro habitual y fiel comprador, el Reino Unido y el 11% a Brasil -el año que viene seguramente será nuestro segundo mejor comprador- donde el vino argentino vive un boom gracias a las ventas online y, por supuesto, la cercanía geográfica que evita enormes costos logísticos.

Por supuesto, no hace falta aclarar que la Argentina ya no está en el Top Ten de los grandes exportadores de vino del mundo. Y de acuerdo a como sigue la economía y la obstinación de la dirigencia del vino que se esmera en no reconocer que no son pocas las cosas que se haven mal o no se hacen.

1º España exporta 2.321 millones de litros. Gran parte de sus ventas van a los EE.UU. Llamativamente casi no tienen presencia en India, el país más poblado del mundo y uno de los mercados emergentes en cuanto a consumo.
2 º Italia exporta 2.201 millones de litros. El Prosecco italiano se convirtió en el espumante más vendido del mundo. Destino EE.UU., el gran consumidor.
3º Francia exporta 1.514 millones de litros pero muy lejos en la facturación, los vinos mejor valorados del mundo. En 2022 las heladas y los incendios fueron protagonistas en las viñas más apreciadas del mundo.
4º Chile exporta 866 millones de litros y una sequía que lleva casi 10 años. Pero tiene una dirigencia que tiene entre ojos asaltar el podio mundial incluso con vinos argentinos. ¿Cuánto tardarán en alcanzar a Francia? Si, claro, en volumen.
5º Australia exporta 632 millones de litros. China le cerró sus puertas con un arancel del 218% pero su dirigencia reaccionó rápidamente colocando sus vinos entre los países del Commonwealth y la India.
6º Sudáfrica exporta 479 millones de litros. Una durísima pandemia con prohibición de consumir alcohol como en ningún otro país del mundo.
7º Nueva Zelanda exporta 475 millones de litros. Aprovechó la salida de Australia de China y además firmó un TLC con la India. Su Sauvignon Blanc uno de los preferidos de las góndolas estadounidenses.
8º Alemania exporta 368 millones de litros. Un 2022 con inundaciones. Un dato, el consorcio de bodegas productoras de Riesling invierte 2 millones de euros anuales en promoción, sólo en Europa.
9º Portugal exporta 329 millones de litros. Sus socios ingleses aprecian y consumen sus muy buenos vinos. En Brasil también.
10º Estados Unidos exporta 327 millones de litros. El año pasado, compartimos el último lugar del Top Ten. Se retrajo el consumo y la sequía y unos feroces incendios hicieron estragos en su producción.

No, Argentina no está, no es sorpresa. El cuento que contaron durante los últimos dos años, los 100 puntos, las mejores bodegas del mundo y el super malbec, fue solo para unos pocos. Una dirigencia que solo se mira el ombligo. Nada para sorprenderse, sin cambios, las oportunidades seguirán pasando.

Un fracaso, año tras año, no podía ser de otra manera

En el informe de arriba se puede ver claramente que la gran mayoría de los países productores de vino han tenido sus problemas en estos años de pandemia, cambio climático, sequía, incendios, heladas y despiadadas guerras económicas. Si, Argentina también tiene que afrontar sus problemas, los provocados por la política y por una emergencia económica crónica que hace que todo sea cuesta arriba para los productores pero mucho más difíciles para las bodegas medianas y pequeñas.

Claro, si a eso se le suma a la peor dirigencia gremial de la historia -la COVIAR, el INV, UVA y el Fondo Vitivinócola, los dirigentes señalados en los últimos años- solo hay que sentarse a esperar a que se seque la última planta de vid en medio de los Andes.

Unos se gastaron millones de recursos del Estado haciendo política partidaria y en promocionar “la mejor bodega del mundo”. Otro en plena campaña para intentar gobernar Mendoza y pasando a cientos de empleados de planta transitoria a permanente. Otro, hace más de 20 años en la silla del Fondo y atribuyendo la situación crítica al clima y a las dificultades económicas que atraviesa el país.

Varios de ellos dejan su silla de dirigente en los próximos días, algunos se jubilan y otros creen que su exitosa gestión los catapultará a mejores destinos. El daño ya está hecho, que se alejen es un alivio, realmente.

Para comenzar la nueva etapa que debe encarar la industria en la Argentina hay que ser firme y dar señales de responsabilidad y, sobre todo, reconocer que los errores hay que superarlos rápidamente para poder comenzar a imaginar un futuro mejor para las más de 1.000 bodegas que se distribuyen en una enorme geografía y ya no solo en dos o tres provincias.

¿Será posible aprovechar otra oportunidad más? ¿La dirigencia estará a la altura? Si esperamos que la industria se supere una vez que los problemas socioeconómicos de la Argentina se terminen, habrá que esperar por lo menos medio siglo.



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