La producción vitivinícola en Francia se estima que caerá un 18% en comparación con el año anterior -también de baja producción-, marcando un descenso significativo que se atribuye a condiciones climáticas adversas y el impacto del cambio climático.
La situación del vino en Francia es alarmante: la producción se prevé que alcance solo 39.3 millones de hectolitros, lo que representa una disminución del 18% interanual y un 11% respecto a la media de los últimos cinco años.
Estas cifras, proporcionadas por el departamento de estadísticas agrícolas Agreste del Ministerio de Agricultura y Alimentación, indican que este será uno de los años con menor producción desde la Segunda Guerra Mundial, y el más bajo en 67 años, desde 1957.
Las condiciones climáticas desfavorables han tenido un impacto notable en casi todas las regiones vitivinícolas del país. Fenómenos como la coulure, que provoca la caída de flores y bayas jóvenes, y el millerandage, que genera variaciones en el tamaño de las bayas, han reducido el potencial de producción.
Estas situaciones se han visto exacerbadas por periodos de humedad y frío durante la floración, que han permitido la proliferación de mildiu, afectando severamente a la mayoría de las zonas vitivinícolas.
Las regiones más afectadas incluyen Jura, Charentes, Val de Loire y Beaujolais-Bourgogne. En Jura, por ejemplo, se espera una caída del 71% en la producción respecto al año anterior, tras haber tenido una cosecha excepcional en 2023.
Champagne también sufrirá una disminución del 16%, aunque aún se prevé que supere la media de los últimos cinco años.
Borgoña, por su parte, enfrenta pérdidas significativas debido al mildiu y al granizo, con una reducción estimada de un 25% en comparación con los altos niveles de producción de 2023.
En Alsacia, la producción caerá un 13%, mientras que en el Valle del Loira se estima un descenso del 30% en comparación con el año pasado.
La región de Charentes, a pesar de haber aumentado su superficie de cultivo, verá su producción caer un 35% respecto a la cosecha récord de 2023, debido a un escaso número de racimos y problemas en la floración.
El panorama en Burdeos también es desalentador; la reducción de superficie, parte de un plan para eliminar 8,000 hectáreas este año, y los efectos de la coulure y el millerandage han llevado a una disminución del 10% en la producción.
En el suroeste de Francia y Languedoc-Roussillon, fenómenos similares han afectado el potencial de producción, aunque se espera que la cosecha sea ligeramente superior a la de 2023.
El impacto del cambio climático en las regiones vinícolas tradicionales de Francia es cada vez más evidente, y este año será un recordatorio de los desafíos que enfrenta la industria. Con la producción en mínimos históricos, el sector vitivinícola deberá adaptarse a nuevas realidades para asegurar su futuro.