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La industria global del vino experimenta una caída significativa en sus ventas, impulsada por la disminución del consumo y otos desafíos económicos internacionales. Los grupos de bodegas, buscan estrategias nuevas, venden y compran activos, cambian de distribuidores y tratan de hacer foco para mejorar su performance financiera.

La industria global del vino está enfrentando uno de sus peores momentos en años recientes. Según datos analizados por el Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv), el comercio mundial de vino ha sufrido un importante retroceso, afectando tanto a productores como a distribuidores en todo el mundo.

Mientras algunos grupos de bodegas duermen en los laureles de premios y la moda del enoturismo, la venta de todos los tipos de vino experimentaron una caída en valor y volumen en el periodo interanual a marzo de 2024, con el vino a granel siendo el único que bajó de precio.

El vino envasado, no espumoso ni en Bag-in-Box (BiB), perdió cuota como el vino más exportado, con una caída del 8,3% en volumen y del 7,2% en valor, alcanzando los 5.059 millones de litros y los € 23.708 millones.

Esta categoría de vino registró la mayor caída en términos relativos, tanto en volumen (458 millones de litros) como en valor (€ 1.836 millones), con un ligero aumento del precio medio del 1,2%, situándose en 4,69 €/litro.

El vino envasado representó el 51,2% del volumen y el 66,6% de la facturación total en el interanual a marzo de 2024.

En comparación con las industrias de la cerveza y los licores, la industria del vino está mucho más fragmentada y los principales actores, E&J Gallo, Constellation Brands, The Wine Group y Treasury Wine Estates, juntos representan menos del 10 % del mercado total.

Causas del retroceso

Diversos factores han contribuido a esta situación adversa para el sector vitivinícola. Uno de los principales es la disminución del consumo en mercados clave como Europa y Estados Unidos. La pandemia de COVID-19 ya había alterado patrones de consumo, y aunque muchas economías han comenzado a recuperarse, el consumo de vino no ha regresado a sus niveles previos.

De acuerdo al informe, en este periodo, se registraron 9.883 millones de litros, una disminución de 567 millones, y € 35.588 millones, una reducción de € 2.433 millones, con un precio medio de 3,60 €/litro, 4 céntimos menos que en el periodo anterior.

Adicionalmente, la inflación y las dificultades económicas han llevado a los consumidores a reducir sus gastos en productos no esenciales, incluyendo el vino. Los costos de producción y distribución también han aumentado, impactando negativamente en los márgenes de ganancia de los productores.

Impacto en los principales mercados

El retroceso del comercio de vino se siente en todos los rincones del mundo, pero algunos mercados han sido particularmente afectados. En Europa, la guerra en Ucrania ha desestabilizado las economías y creado incertidumbre en los consumidores. Francia, Italia y España, que son los mayores productores de vino, han visto una caída en sus exportaciones.

En Estados Unidos, la inflación ha llevado a un cambio en los hábitos de consumo, con los consumidores optando por bebidas alcohólicas más económicas o reduciendo el consumo en general. Las bodegas estadounidenses también enfrentan desafíos logísticos y de distribución que han encarecido los costos operativos.

Estrategias de adaptación

Ante este panorama, los productores de vino están implementando diversas estrategias para mitigar los efectos del retroceso. Una de las tendencias emergentes es la diversificación de mercados.

Los productores europeos, por ejemplo, están incrementando sus esfuerzos para ingresar a mercados asiáticos como China y Japón, donde el consumo de vino está en crecimiento.

En Oceanía en cambio se fijaron metas para crecer en el mercado de la India que promete ser un escenario interesante para el vino en los próximos años.

Mientras tanto, en Sudamérica, las grandes bodegas de Chile y Argentina, de manera poco inteligente, se disputan el mercado de los Estados Unidos y el de Brasil que aún está en desarrollo. El caso de las grandes bodegas chilenas es curioso, mientras titubea en agrandar su negocio en Asia, malgasta recursos en mercados donde los vinos de Argentina -el malbec es una moda muy fuerte- son los preferidos por los consumidores.

La innovación en productos también se ha vuelto crucial. Los vinos orgánicos y naturales están ganando popularidad, al igual que el vino enlatado y los productos de bajo contenido alcohólico. Estas nuevas categorías buscan atraer a un segmento más amplio de consumidores, incluyendo a los más jóvenes que buscan opciones más saludables y sostenibles.

El marketing digital se ha convertido en una herramienta esencial. Las bodegas están invirtiendo en campañas de marketing en redes sociales y plataformas de comercio electrónico para llegar directamente a los consumidores. Además, la venta directa al consumidor a través de sus propios sitios web ha aumentado, permitiendo a las bodegas mantener mejores márgenes de ganancia.

Perspectivas futuras

A pesar del retroceso actual, la industria del vino sigue siendo optimista respecto a su futuro. Los expertos creen que una vez que las economías globales se estabilicen, el consumo de vino podría recuperarse.

La adaptación a las nuevas tendencias de consumo y la exploración de nuevos mercados serán clave para la recuperación del sector. Asia -China, Corea y la India- es un gran desafío para los productores de Europa, Asia, Oceanía y América del Sur.

En resumen, la industria del vino está en un período de transición y ajuste. Los desafíos actuales requieren una rápida adaptación y una visión a largo plazo para asegurar la sostenibilidad y el crecimiento futuro del comercio mundial de vino.


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