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Los franceses luchan con una crisis de sobreproducción en el sector vitivinícola. Con ayuda del estado, subsidios por 160 millones de euros -seguro se sumarán 40 millones más-, para reducir la oferta, los viñedos se convertirán en terrenos baldíos y el vino en perfume y combustible. El Estado y la UE apoyan la idea.

Francia siempre ha estado orgullosa de su vino y se ha ganado el reconocimiento de todo el mundo. Hace casi un cuarto de siglo, la UNESCO incluso declaró los viñedos de Saint-Émilion, en Burdeos, Patrimonio de la Humanidad. Pero, actualmente, no hay motivos de celebración entre los viticultores de la región: una crisis de sobreproducción agobia a la industria del vino.

En opinión de las asociaciones, los viticultores franceses producen demasiado vino, especialmente vino tinto. Aunque las variedades más prestigiosas todavía se pueden vender a clientes adinerados por varios cientos de euros la botella, los viticultores del segmento medio y bajo se quejan de la enorme presión sobre los precios. Al champagne no le pasa lo mismo, la demanda crece y su precio también.

Una posible solución para la costosísima crisis del vino tinto francés sería convertirlo en rosados, blancos y espumantes.

Los viñedos desaparecerán

Como reacción a la caída de los ingresos, los viticultores preferirían reducir la oferta y limpiar los viñedos. En Bordelais, en el suroeste del país, podrían “desaparecer alrededor de 40.000 hectáreas, que son problemáticas para la región”, explicó el viticultor Olivier Metzinger en una entrevista con Sud-Radio en diciembre. Poco antes de Navidad, Metzinger salió a la calle con sus colegas para alertar sobre las necesidades de los viticultores: “O nos pasamos a la producción de otros tipos de vino en estas 40.000 hectáreas o las desaparecemos para siempre”, declaró.

Las conversaciones con el Gobierno francés están en marcha. Para Christophe Chateau, director de comunicación para los viticultores del Consejo Interprofesional del Vino de Burdeos (CIVB), renunciar a 10.000 hectáreas, casi el diez por ciento del área total cultivada en la región, es más realista.

Los franceses beben cada vez menos vino

Según el CIVB, las perspectivas del sector son alarmantes. Las ventas de vino tinto en los supermercados, que representan la mitad del volumen total de ventas, han estado cayendo durante años. Con un 15 por ciento, la disminución en 2022 fue nuevamente drástica, probablemente también como reacción a la alta inflación. El CIVB estima que el consumo de vino tinto en Francia podría caer un 60 por ciento más en los próximos diez años.

Los expertos explican este declive, entre otras cosas, por un cambio cultural: la importancia y el consumo de vino en la sociedad están disminuyendo en Francia. Mientras que una copa de vino tinto solía ser parte de la comida, muchos franceses hoy en día prescinden del alcohol a la hora del almuerzo.

El vino se convierte en combustible

Junto con la Unión Europea (UE), el Gobierno francés ha acordado aportar hasta 160 millones de euros para una campaña de destilación. El dinero está destinado a compensar a los viticultores por la venta de un total de 2,5 millones de hectolitros de vino —principalmente vino tinto— a las destilerías. De esta forma, hasta dos tercios del excedente actual deberían desaparecer del mercado.

El alcohol destilado puede luego ser procesado en perfumes, desinfectantes o combustible de bioetanol. Francia ya ha adquirido experiencia con esta forma de intervención en el mercado.

Incluso durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus de 2020, el ministerio de Agricultura aprobó la destilación de unos dos millones de hectolitros, lo que corresponde a casi el cinco por ciento de la producción anual total en Francia.

Sin embargo, el programa de destilación hace poco para cambiar los problemas estructurales del sector, que depende cada vez más de las exportaciones. Se espera que las exportaciones a China, que se desplomaron durante la pandemia, se aceleren nuevamente este año, pero está por ver si volverán rápidamente al nivel anterior a la crisis. Por ello, el Gobierno también quiere apoyar a los viticultores en el desarrollo de una nueva estrategia. A largo plazo, el sector vitivinícola de Francia debe abordar los ajustes necesarios ante el cambio climático y la evolución de la demanda, ha advertido París.

Fuente: Agencia Deutsche Welle


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