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La crisis del café está llegando justo cuando se espera que el consumo se recupere con la flexibilización de las restricciones de covid-19 y las vacunas alentando a las personas a dejar sus hogares y aumentar el gasto. En Colombia realizan esfuerzos y son optimistas.

Según un informe de la agencia de noticias Bloomberg, “el mercado del café de alta gama no tiene respiro”, las malas noticias que caen sobre el sector se suman una tras otra. Como si no fuera suficiente, la crisis logística global provocada por el buque carguero en el Canal de Suez sembró no solo incertidumbre mientras duró sino también para el futuro.

A principios de este año el mundo ya estaba preparado para un déficit de granos de arábica -la principal especie cultivada para la producción de café- utilizados en espressos y lattes debido a una sequía en Brasil, el mayor productor.

Contradiciendo a analistas, el Gerente General de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez Vallejo, intenta ser optimista y dice que “capitalizando lo aprendido en 2020, la FNC afinó esfuerzos para que la cosecha de este primer semestre se pueda recoger sin mayores contratiempos”.

Luego, los problemas de envío comenzaron a causar estragos en los suministros. Ahora, las lluvias torrenciales de las últimas semanas amenaza los cultivos en Colombia, el segundo mayor productor del mundo. Todo esto apunta a un aumento de los costos para los vendedores de café, incluida la red global de Starbucks Corp.

“Dadas las condiciones de suministro, el mercado es vulnerable a un repunte”, dijo Hernando de la Roche, vicepresidente sénior de StoneX Financial Inc. en Miami.

El momento de esta suma de crisis tampoco es el mejor. Justo en el mes de marzo, abril, justo cuando se espera que el consumo retome fuerza y se recupere con la flexibilización de las restricciones de covid-19 y las vacunas alentando a las personas a dejar sus hogares y aumentar el gasto. Las tensiones en el mercado de arábica muestran qué está impulsando parte de la inflación de alimentos que va en aumento.

Si a eso se suma la inminente llegada de “la segunda ola” del virus COVID-19 a nivel mundial obligando a los gobiernos a volver a Fase 3 o a cierres preventivos más o menos rigurosos, el panorama para el consumo del café sigue desmejorando pero mucho más para los comercios que dependían de su consumo.

Home Office, el enemigo

Hay que estar atentos, por ahora, los tostadores de café están aprovechando los stocks en lugar de aumentar los precios pero la situación en América del Sur está dejando al mercado sin margen de error antes de la próxima temporada de heladas en Brasil, cuando las bajas temperaturas frías de junio y agosto pueden amenazar las plantaciones.

Si eso sucede, si los peores pronósticos se cumplen, el déficit mundial de café podría ascender a 10,7 millones de sacos. Según el hub tecno inglés Marex Spectron -conecta a los clientes con los mercados globales de energía, metales, agricultura y finanzas-, el déficit actual de café en el mercado monetario es de los más altos en una década, en parte gracias a la escasez de suministros en América Central.

Frente a este panorama, la historia no cambia en los mercados del otro lado del Atlántico, ya desde finales de octubre, los futuros en el NYSE han subido 22% y las primas para el café colombiano en el mercado de contado y los analistas acusan el mismo discurso que en Londres: “están cerca de las más altas en una década, en parte gracias a la escasez de suministros en Centroamérica”.

En Perú La Niña en Colombia el COVID-19

Si en Colombia hubo lluvias, lo de Perú es mucho más preocupante aún. En los últimos dos meses, los patrones climáticos de La Niña -el frente climático periódico del Océano Pacífico- han traído lluvias que triplicaron el promedio en las regiones de cultivo en Colombia y en la próximas semanas el clima será igual de húmedo, según Donald Keeney, meteorólogo sénior de Maxar Technologies Inc.

La “cola de La Niña ha sido virulenta”, dijo por teléfono desde Bogotá Roberto Vélez, director ejecutivo de la Federación Nacional de Cafeteros. Una de las mayores amenazas de las lluvias es la roya -tema tratado en Negocios Líquidos el año pasado-, un hongo que ya ha causado miles de millones de dólares en pérdidas a los productores, dijo Vélez. Aproximadamente 15% de las plantaciones del país son variedades susceptibles a la enfermedad.

Roberto Vélez Vallejo, gerente general de la Federación, reconoce cambios en el consumo y sale a promover la comercialización de café colombiano en el mercado nacional a través de medios digitales.

Además, mientras que en las zonas urbanas de Colombia los casos de COVID-19 siguen disminuyendo, en el campo pasa todo lo contrario, reveló el líder gremial. Las cifras lo demuestran: al cierre del año pasado las 16.000 veredas y corregimientos del país en donde se cultiva café reportaron un 3 % de contagios, sin embargo, la más reciente encuesta con corte al primero de marzo registró un aumento del 12 %.

“En las zonas cafeteras está enquistado el COVID-19 y es muy preocupante. Tenemos que seguir protegiéndonos y tratar que nos llegue primero la vacuna que la enfermedad”, explicó el gerente. A raíz de ello, Vélez ya solicitó al Gobierno Nacional la priorización de los productores del grano en el plan nacional de vacunación con el fin de evitar un posible brote en las zonas rurales.

“Nosotros contamos con una base de datos completa y ya se la pasamos al Gobierno Nacional. Tenemos un sistema de registro de más de 21.300 caficultores que están listos para que los contactemos y el proceso sea rápido y exitoso”, concluyó.

En el primer semestre, la producción de arábica de Colombia disminuirá alrededor de 500.000 sacos con respecto al año anterior de 6 millones de sacos -cada saco pesa 60 kilos-, y el segundo semestre dependerá de cómo resulte la cosecha principal, indicó Vélez.


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