Contrariamente a lo que piensan algunos, una escasez de botellas de vidrio demasiado larga podría tener un efecto nefasto en algunos vinos de California, según el enólogo Phil Long, propietario de Longevity Wines. La situación global de la logística trae cada vez más problemas.
La escasez de botellas de vidrio, causada por los cuellos de botella de la cadena de suministro, los efectos colaterales de la pandemia mundial y actual del coronavirus y los problemas de transporte, podría llevar a que los vinos tengan un sabor “como un aserradero”, según un enólogo de California. Claro, todo eso sin tener en cuenta el lógico aumento de los costos fijos que ya afectan al costo final de cada etiqueta de cualquier bebida.

Además de aumentar potencialmente los precios, la escasez de botellas de vidrio está teniendo otro impacto negativo en los productores de vino de Estados Unidos y otros países como la Argentina -sus vecinos Chile y Brasil no tienen la capacidad suficiente- que llegaron al punto que algunos hoy no pueden embotellar su vino con la suficiente rapidez.
A pesar del alto costo del vidrio, Phil Long de Longevity Wines dice que aún no ha subido los precios, aunque advierte que puede ser inevitable en algún momento.
“Es difícil no subir los precios porque cuando importamos los costos serán enormes”, dice Alejandro Vigil, enólogo jefe de Catena Zapata, uno de los viñedos más exitosos de la Argentina. En toda la industria vitivinícola argentina, “ya teníamos un problema de suministro y el incendio de la fábrica de Mendoza agravó la situación”.
“No estoy seguro de cuánto tiempo podemos mantener los precios donde están”, dijo a Business Insider y agregó que “el vidrio es un commodity fundamental para embotellar el vino. No hace falta más que imaginar que tienes una empresa de galletas y no hay harina “.
Mientras tanto, luego del periodo de confinamiento que padecieron cientos de sectores, millones de personas, finalizada la pandemia la oferta está luchando por seguir el ritmo de la demanda de alcohol en medio de un auge postpandémico de bebidas alcohólicas.
Con un excedente de vino en comparación con la escasez de botellas de vidrio para ponerlo, Long dice que se ha visto obligado a dejar sus productos en tanques, lo que ralentiza el proceso de maduración, pero sin los beneficios de sabor y textura del envejecimiento en barrica. – o mantener el vino en roble más tiempo del deseable.
“Demasiado roble desequilibra el vino” explica Long algo que no merece ninguna profundización. “Cuando el roble se convierte en el elemento dominante del vino, eclipsa los sabores frutales característicos y tiene un sabor abrumadoramente amaderado”, una característica que los mercados del nuevo mundo tuvieron que dominar para hacer de sus vinos no solo más tomables sino además de una calidad superior.

Y está lejos de ser un problema exclusivo de la costa oeste de Estados Unidos. La escasez de botellas en Argentina ha llevado a que bodegas como Onofri Wines -seguramente hay otras pero evitan comunicar el problema para no perder ventas- opere con seis meses de retraso dice un cable de la agencia de noticias Bloomberg.
“Nunca hemos vivido una escasez como esta”, dice Mariana Onofri, a cuya empresa de vinos homónima le faltan unas 6.000 botellas de las 30.000 que necesita cada año para sus vinos orgánicos. “Como mínimo, mis operaciones se ven afectadas por al menos seis meses más, porque no podré terminar de embotellar”.
Mientras tanto, los consumidores en el Reino Unido deberán abrazar nuevos países para su dosis de Sauvignon Blanc -una gran oportunidad para otros productores pero que seguramente tienen o tendrán el mismo problema con el vidrio-, ya que es probable que la falta de disponibilidad de Marlborough Nueva Zelanda continúe durante algún tiempo, advirtió el jefe de BWS en Morrisons.