La emblemática bodega mendocina Luigi Bosca, uno de los íconos centenarios del vino argentino, atraviesa su mayor reestructuración con el desplazamiento de la familia Arizu de la gestión y la llegada de Enrique Flaiban como nuevo director general. El clima interno, el futuro de la empresa, los números rojos, cambio de mando y gran incertidumbre.
Fundada en 1901 por Leoncio Arizu, Bodega Luigi Bosca se erigió como uno de los últimos bastiones familiares dentro del mundo del vino premium argentino. Su historia de 120 años, marcada por la excelencia y la innovación, entró en una etapa de turbulencia desde que el fondo global L Catterton se hizo con el control en 2018, un holding respaldado por gigantes como LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy) y el grupo Arnault.
El fin de una era familiar
La señal más clara de los profundos cambios fue la salida de Alberto Arizu (hijo), quien hasta ahora se desempeñaba como CEO y representaba a la dinastía fundadora. Si bien la bodega nunca lo comunicó de forma oficial, distintas fuentes del sector confirmaron la llegada de Enrique Flaiban como nuevo Director General. Aunque no está confirmado, tras su corrimiento, Arizu sería relegado al rol de “advisor externo”.
La transición de mando se enmarca en una serie de movimientos internos:
- El despido de más de 40 empleados en el último año, justificado por la empresa como una “reestructuración”.
- La abrupta partida en febrero pasado del histórico CFO, Eduardo Tremouilles, quien fue reemplazado por Fabián Martínez (proveniente de Bodega Norton).
- La comunicación interna confirmó también la designación de María Eugenia Amadasi (Directora Senior de Estrategia), Sebastián Jabif (Gerente de Desarrollo Humano) y Damián Fritzler (Gerente de IT).
A esto se suman rumores sobre problemas graves en las cuentas de la compañía, información que la directiva prefiere minimizar para mantener la situación bajo control.
Flaiban y el desafío de recomponer
La preocupación entre los trabajadores de Luigi Bosca se agudizó con el nombramiento de Enrique Flaiban. El ejecutivo llega de liderar Los Grobo, donde debió manejar una crisis de concurso preventivo, con pérdidas por más de 36.000 millones de pesos y una reducción drástica del equipo (de 700 a 400 empleados). Además, bajo su gestión, la firma cerró 10 de sus 36 sucursales.
Si bien desde L Catterton buscan imprimir eficiencia y racionalizar costos, el plantel teme nuevos recortes y la posibilidad de que se repita el rígido ajuste vivido en el holding agroindustrial.
El futuro: ¿consolidación o incertidumbre?
En un mercado golpeado por la caída del consumo global, una macroeconomía adversa, tipo de cambio desfavorable y menor afluencia de turistas brasileños al enoturismo mendocino, Luigi Bosca camina por la delgada línea entre modernización y riesgo. La llegada de L Catterton prometió recursos y ambición global, pero sus primeras consecuencias se sienten puertas adentro con recortes de personal, salidas históricas y un futuro aún incierto para la marca y el equipo.
En el sector, la expectativa es que Luigi Bosca logre sortear este proceso de transformación y continúe brillando como sinónimo de calidad y tradición argentina, aun cuando sus raíces familiares hayan cedido paso a la lógica corporativa internacional.