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La industria vitivinícola de Nueva Zelanda vive la desgracia de lo que podrían llamar una “Tormenta Perfecta”. Además de los cierres, de la falta de turistas y de una de las peores cosechas de uvas de los últimos 10 años -apenas 370.000 toneladas de uva-, el 1º de julio tendrá un importante aumento de impuestos internos.

Al igual que en otras latitudes, como en Argentina y Chile, la cosecha 2021 de Nueva Zelanda es considerada por los productores vitivinícolas locales como una de gran calidad pero la realidad de los números también la describen como decepcionante desde el punto de vista de los volúmenes esperados.

Las regiones en el centro del país, incluidas Wairarapa, Marlborough, Nelson y North Canterbury, fueron las más afectadas este año y han bajado más del 20% comparada frente a la cosecha 2020.

Hace apenas dos semanas, la poderosa Pernod Ricard, propietaria de Brancott Estate, anunció a través de un comunicado público que no podría satisfacer la demanda mundial de Marlborough Sauvignon Blanc después de una de las cosechas más reducidas de los últimos 10 años.

La regiòn central de Central Otago tuvo una cosecha 20% superior a la del 2020.

Pero afortunadamente esa realidad no es la misma en otras regiones de Nueva Zelanda. Las bodegas de la región central, de la zona de Central Otago, las que producen Pinot Noir, tuvieron la fortuna de ser la única región del país oceánico que aumentó su cosecha en una cifra importante para los productores, algunos de ellos hasta un 21% más que la cosecha del año pasado.

“Si bien la calidad es excepcional, la cosecha menor en general significa que muchas de nuestras bodegas enfrentarán decisiones difíciles sobre a quién pueden suministrar en sus mercados clave. Va a haber cierta tensión en la oferta y la demanda, con el déficit en la cosecha, equivalente a aproximadamente siete millones de cajas de nueve litros de vino de Nueva Zelanda”, dijo Philip Gregan, CEO de New Zealand Winegrowers.

Más allá de todo, “es alentador ver que durante estos tiempos de incertidumbre, los consumidores continúan eligiendo un producto premium en el que saben que pueden confiar. Los vinos de la cosecha 2021 prometen ser especiales, pero en algunos casos, la pregunta puede ser si hay suficiente para todos”, agregó el productor.

El Pinot Noir neocelandés, resistió a todas las plagas.

Esta cosecha de 2021 más reducida se debe al clima primaveral más fresco y a las heladas tardías en algunas regiones, y llega en un momento en que la industria enfrenta costos de producción crecientes y a eso se suma la presión de la creciente escasez de mano de obra calificada.

Contrario a lo que sucede en América, el impacto y las dificultades asociadas de Covid-19 durante el año pasado, la industria del vino de Nueva Zelanda está trabajando fuertemente para oponerse a un aumento inminente del impuesto especial al vino, que se estaría produciendo en el próximo 1º de julio.

Una gran preocupación con este aumento es el impacto que tendrá en los cientos de pequeñas bodegas del país que solo venden en el mercado interno.

La industria y el país todo “ya se han visto muy afectados por la falta de turistas internacionales después de Covid, los crecientes costos de producción y las dificultades que se están experimentando en el sector turístico. Sumar a esas tensiones con otro aumento de impuestos no tiene sentido en este momento”, dijo Gregan.


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