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La Comisión Europea ha iniciado acciones legales contra Francia por sus normativas de etiquetado de reciclaje, argumentando que obstaculizan el libre comercio en la Unión Europea. El famoso “Triman” francés y sus implicancias en la industria de bebidas y envases, bajo la lupa.

Francia y la Comisión Europea se encuentran en el epicentro de una nueva polémica regulatoria que podría cambiar el rumbo del etiquetado de reciclaje en la industria de bebidas y bienes de consumo en todo el bloque. La Comisión ha decidido llevar a Francia ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), criticando abiertamente la obligación francesa de incluir el “Triman logo” y la información “Info-Tri” en envases de productos como agua embotellada, cajas de leche y otros bienes bajo el esquema de responsabilidad extendido del productor.

La medida afecta de forma directa a productores y distribuidores de toda Europa, quienes han debido adaptar envases exclusivamente para el mercado francés, encareciendo la logística y presentando barreras técnicas a la libre circulación de mercancías. “Las reglas nacionales que imponen requisitos, como los de etiquetado, para los bienes procedentes de otros Estados miembros donde han sido fabricados y comercializados legalmente, representan obstáculos a la libre circulación de bienes”, advirtió la Comisión Europea en su comunicado oficial.

El pleito tiene historia: la Comisión ya había enviado una “carta de notificación formal a Francia en febrero de 2023, seguida de un dictamen motivado en noviembre de 2024”. Sin embargo, el país galo se mantuvo firme en su postura y, según la Comisión, “sigue incumpliendo las normas de la UE”, lo que precipitó la judicialización del conflicto.

La Comisión profundizó su argumento asegurando que tales regulaciones “constituyen de efecto medidas equivalentes prohibidas por el Artículo 34 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE)”, obligando a los negocios extranjeros a crear envases únicos para Francia. Para Bruselas, el sistema francés podría considerarse “desproporcionado”, ya que “existen otras opciones apropiadas, menos restrictivas para el comercio entre Estados miembros, que pueden informar eficazmente a los consumidores hasta que se logre una armonización a nivel europeo”.

Desde el gobierno francés, la respuesta ha sido de relativa apertura al cambio, aunque con matices. Según informó el Ministerio de Transición Ecológica, Biodiversidad, Bosques, Mar y Pesca de Francia en un mensaje dijeron que “adaptaremos la ley para ajustarla al reglamento de envases y cumplir con las expectativas europeas para 2028. Hasta entonces, esperamos mantener el Triman”. Así, Francia parece aceptar la inevitabilidad del cambio, pero busca aplazar la desaparición de su icónico ícono ambiental: “La disputa terminará con la implementación del reglamento”.

El trasfondo legal se apoya en la directiva de la UE sobre envases y residuos de envases, adoptada en diciembre pasado, con el objetivo de crear un sistema armonizado de etiquetado para el bloque. Las metas son ambiciosas: reducir el 5% de los residuos de envases para 2030 respecto a los niveles de 2018 y alcanzar un recorte del 15% para 2040.

Productores de bebidas, empresas de logística y retailers internacionales están muy atentos: la decisión del tribunal podría definir cómo se etiquetan, consumen y reciclan los productos en la segunda economía más grande de la UE y, en el futuro, en toda Europa. Mientras tanto, el Triman se mantiene como el símbolo —y el campo de batalla— de una disputa que trasciende fronteras y desafía la armonización europea en la industria del envase y las bebidas.


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