La edición 2025 -este año se volvió a realizar en Campana, entre los viñedos de Bodega Gamboa- dejó una marca histórica con un doble magnum de Iscay 2014 adjudicado por $3.100.000 y confirmó por qué este encuentro es uno de los eventos benéficos más influyentes del vino argentino.
La 19° Subasta Solidaria de Vinos celebrada anoche en Bodega Gamboa quedará registrada como una de las veladas más vibrantes que haya visto la industria argentina. Una sala colmada, la energía de los socios de Mi Finca Gamboa, coleccionistas, filántropos y amantes del vino, y la generosidad de las bodegas participantes crearon un clima único desde el primer minuto.
Las pujas arrancaron con una intensidad poco habitual: cada lote elevó la temperatura de la sala y alimentó una dinámica cargada de adrenalina y entusiasmo. Las bodegas argentinas donaron etiquetas únicas, ediciones especiales, botellas fuera del mercado y piezas de colección, convirtiendo cada remate en un momento de alto voltaje.

El récord que marcó la noche
El hito absoluto llegó con el Lote 15, un botellón de 3 litros de Iscay 2014, el célebre blend de Malbec y Cabernet Franc de Trapiche, criado 18 meses en barricas nuevas de roble francés. La pieza, de enorme valor para coleccionistas, desató una puja electrizante. Manos que subían y bajaban, miradas tensas y respiraciones contenidas dieron paso a un silencio que pareció eterno.
Cuando el martillo finalmente cayó, el lote se adjudicó por $3.100.000, generando una ovación generalizada. Tal como se celebró en la sala, “ese número no fue solo un precio: fue un récord absoluto en la historia de la Subasta Solidaria de Vinos y el símbolo perfecto de una noche que superó todas las expectativas”.
Un título espontáneo resumió el asombro general:
«El botellón “escondido” que sorprendió a todos: Iscay 2014, $3.100.000».
La solidaridad como motor
Detrás de cada remate hubo un propósito mayor. Las organizaciones Puentes del Alma, Hogar Querubines, Down Is Up y Refugio Mi Fiel Amigo celebraron con emoción cada adjudicación: cada botella fue mucho más que una obra enológica; fue un aporte directo a proyectos sociales que acompañan a quienes más lo necesitan.
La Subasta Solidaria de Vinos volvió a demostrar que la cultura del vino puede ser una poderosa herramienta de impacto social. En su 19° edición, la más intensa hasta ahora, ese mensaje quedó más vigente que nunca.
Un evento que ya se proyecta hacia los 20 años
Con los últimos brindis, la sensación compartida era contundente: se vivió algo irrepetible. Una noche donde la generosidad, la comunidad y el amor por el vino argentino se multiplicaron entre los asistentes.
Bodega Gamboa ya piensa en la edición 2026, que marcará los 20 años de esta iniciativa y promete una celebración a la altura del camino recorrido.
Qué dejó la Subasta Solidaria tras 19 años: aprendizajes, tendencias y señales del mercado
A lo largo de casi dos décadas, la subasta se transformó en un laboratorio donde se mezcla el lujo, la emoción, la estrategia y el espíritu filantrópico. Y dejó lecciones claras que se repiten año tras año:
1. El prestigio sigue mandando
Las etiquetas consagradas mantienen un poder de atracción indiscutible. Lo demostró nuevamente el protagonista de la noche, el Iscay 2014 Doble Magnum, que alcanzó los $3.100.000.
Como recuerdan los especialistas: «Desde su primera añada en 1997, Iscay no dejó de cosechar elogios y premios en los mercados más sofisticados del mundo».
2. Las historias detrás de cada botella potencian el deseo
La narrativa importa. Cuando una bodega comparte su origen, su terroir o su innovación, el público conecta.
Un caso emblemático es Wapisa Underwater, el único vino argentino criado bajo el mar en el golfo San Matías.
«Wapisa y su underwater, un método de crianza submarina único en el país y excepcional a nivel global», sintetizan los organizadores.
3. La sustentabilidad es un valor determinante
Los proyectos con impacto ambiental o comunitario son cada vez más valorados.
El Siesta en el Tahuantinsuyu Malbec 2012 lo confirma: lote tras lote alcanza precios altos y sostenidos, gracias a su identidad ética y al trabajo sustentable que representa.
4. El contexto transforma la experiencia
Subastar en un viñedo genera un ritual incomparable. El entorno natural de Gamboa, enclavado en una reserva de 6.000 hectáreas, redefine cada edición y emociona a cualquiera que participe.
5. La diversidad argentina sigue sorprendiendo
Desde tintos históricos hasta criollas de altura, la amplitud de estilos mantiene viva la curiosidad del mercado.
Los vinos de El Bayeh, impulsados por pequeños parceleros jujeños, representan una de las propuestas más fascinantes de la actualidad.
6. La emoción de la subasta: un juego que nunca se detiene
Competencia sana, teoría de los juegos, miedo a perder y fidelidad casi futbolera hacia ciertas bodegas: así se vive cada puja. Una mano se levanta, otra duda, alguien arriesga un poco más… y de pronto cae el martillo.