El sur de Francia enfrenta una crisis vitivinícola sin precedentes tras el devastador incendio que ha arrasado más de 17.000 hectáreas en la región de Languedoc en la que los viñedos actúan como cortafuegos antes de llegar a las poblaciones. Todavía no se sabe el efecto económico de la catástrofe.
El sur de Francia se encuentra en estado de alerta tras el mayor incendio forestal en décadas, que ha causado estragos en los viñedos de la zona de Aude, justo antes de la esperada cosecha de 2025. Este siniestro ha dejado una persona fallecida, más de 20 heridos y ha afectado gravemente a la comunidad vitivinícola local, que ahora enfrenta un desafío monumental.
Los incendios han sido una constante en Europa este verano, exacerbados por olas de calor extremo. El incendio en Aude, que comenzó la semana pasada, ha sido particularmente devastador, con informes de que el 80% de las viñas de la cooperativa Cellier des Demoiselles de St-Laurent de la Cabrerisse han sufrido daños. “Algunos viñedos tenían más de 60 o 70 años, un patrimonio vitivinícola único e irremplazable”, lamentó la cooperativa, fundada en 1914.

Sophie Guiraudon, viticultora de la bodega orgánica Clos de l’Anhel, compartió su desgarradora experiencia: “Mi viñedo está destruido en un 90 por ciento. He perdido alrededor de nueve hectáreas de 10”. Guiraudon reflexionó sobre el impacto emocional del desastre, señalando que “todo el paisaje es negro, sin vida”, y agradeció el apoyo recibido de amigos y colegas del sector.
La magnitud del desastre es alarmante. Las estimaciones iniciales indican que entre 800 y 900 hectáreas de viñedos se encuentran dentro del perímetro del incendio, y se teme que entre 400 y 500 hectáreas adicionales puedan verse afectadas por el humo. Jean-Marie Fabre, presidente de la asociación comercial Vignerons Indépendants de France, describió el incendio como “una pesadilla”, destacando la rapidez y violencia con que se propagó.
A pesar del devastador impacto, algunos viticultores, como Fabre de Domaine de la Rochelierre, mantienen la esperanza. “La cosecha ha comenzado y la fruta es de muy buena calidad, a pesar de las preocupaciones iniciales sobre el humo”, afirmó. Sin embargo, advirtió que solo se podrá confirmar la calidad del vino tras la vinificación.
El incendio ha motivado una respuesta urgente del gobierno francés, que está considerando medidas de ayuda para los productores afectados. “Si somos capaces de proporcionarles estos medios, sigo convencido de que esta es una de las mejores regiones vinícolas de Francia”, enfatizó Fabre.
En medio de esta crisis, también se han planteado preocupaciones sobre el cambio climático y su impacto en la viticultura. Fabre advirtió que, si no se toman medidas, “en 10 o 15 años podría ser demasiado tarde para dar marcha atrás”. La deserción de viñedos, impulsada por cambios en las preferencias del consumidor y la disminución de los rendimientos, ha sido un tema de discusión constante en la comunidad vitivinícola.
La situación no solo es crítica en Francia. Otros incendios forestales han afectado a viñedos en Chipre y en la costa oeste de Estados Unidos, donde la bodega Syncline reportó daños en aproximadamente seis acres de viñedo debido a incendios en el estado de Washington.
La comunidad vitivinícola de Aude se enfrenta a un futuro incierto, pero la resiliencia de sus productores y el apoyo de la comunidad son fundamentales para la reconstrucción. “El verano de 2025 quedará grabado en la memoria como el ‘verano del infierno'”, pero la determinación de los viticultores de resurgir es más fuerte que el fuego que ha devastado sus tierras.