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Aunque el clima diplomático entre Estados Unidos y la Unión Europea atraviesa uno de sus momentos más tensos, el champagne mantiene su atractivo entre los consumidores estadounidenses. Los productores franceses reconocen que deberán adaptarse a una nueva era comercial marcada por la incertidumbre, los aranceles y el dólar débil.

El impacto político detrás de las burbujas

El 1 de abril de 2025 marcó un nuevo capítulo en la guerra comercial entre Bruselas y Washington. En respuesta a una amenaza europea de imponer un 50% de arancel al whiskey estadounidense, el presidente Donald Trump advirtió a través de su plataforma Truth Social que respondería con un arancel del 200% a todas las importaciones de champagnes, vinos y bebidas alcohólicas provenientes de Francia y otros países de la UE.

Aunque la medida finalmente quedó en suspenso, la tensión derivó en julio en un acuerdo comercial entre Trump y Ursula von der Leyen que impuso un arancel uniforme del 15% a todos los productos europeos. Esta decisión alteró las reglas de juego de una industria que, hasta entonces, gozaba de una política de “cero por cero” en materia de tasas de importación.

“En 2025 hemos entrado en una nueva era de diplomacia, donde los aranceles se convirtieron en herramientas de negociación”, afirma Michel Drappier, director general de Champagne Drappier. “El 15% es solo el último episodio en una sucesión de anuncios. Nos hemos acostumbrado a operar en esta incertidumbre, pero nuestra respuesta ha sido adaptar estrategias comerciales flexibles que mitiguen el impacto en el consumidor estadounidense, que termina pagando el precio del impuesto.”

Un oasis de estabilidad dentro del mundo del vino

Las cifras confirman que, a pesar de la presión arancelaria, el champagne atraviesa un momento más sólido que otras categorías de vino. De acuerdo con los datos de Sipsource 2025, difundidos en junio, mientras el consumo total de vino en EE.UU. registró 52 meses consecutivos de caídas en volumen, tanto el prosecco como el champagne mostraron un crecimiento de moderado a fuerte.

El champagne es actualmente uno de los puntos brillantes en la industria del vino estadounidense”, sostiene Zach Poelma, vicepresidente sénior de estrategia en Southern Glazer’s Wine & Spirits, el mayor distribuidor del país. “Mientras las ventas minoristas bajaron menos del 1% en el último año y los vinos tranquilos cayeron entre un 4% y un 5%, la categoría de champagne logró estabilizarse.”

Esta resiliencia se explica por su posicionamiento como bebida de lujo y su escasa competencia directa. “Tenemos la ventaja de que el consumidor estadounidense encuentra menos sustitutos para el champagne que para otros vinos europeos”, explica Julien Lonneux, director internacional de Vranken-Pommery Monopole.

Según Lonneux, el mercado norteamericano sigue siendo “de alto valor y no maduro”, con espacio para crecer. “Después de Francia, Estados Unidos es el segundo mercado más importante para el champagne, y su imagen de prestigio nos sigue protegiendo, al menos parcialmente, de la caída de volúmenes.”

Más caro pero sigue siendo Champagne

Pese al encarecimiento de sus precios, el champagne sigue siendo un producto esencial para las tiendas estadounidenses. El precio promedio por botella de 750 ml se sitúa en U$S 61,70, frente a los U$S 13,54 del prosecco, pero su rotación semanal promedio alcanza los U$S 196 por tienda, según datos de Southern Glazer’s.

Poelma agrega que, aunque las botellas estándar y los champagnes que superan los U$S 100 mostraron leves caídas, las presentaciones magnum crecieron un 6,5% durante el año, una señal de que el consumo premium mantiene su base.

La amenaza del tipo de cambio

El desafío más serio para las maisons francesas no es solo el arancel. Desde enero de 2025, el dólar estadounidense cayó de €0,97 a €0,85, una depreciación que representa prácticamente otra pérdida del 15%. “Nuestros productos son ahora 30% más caros para el importador que hace un año”, advierte Lonneux.

Ante esa doble presión —cambio y tarifas—, los productores buscan diversificar mercados fuera de Estados Unidos. “Debemos abrir nuevos destinos y desarrollar mercados emergentes. Es una responsabilidad de toda la categoría del champagne, no de una sola bodega”, enfatiza el ejecutivo de Vranken-Pommery.

Permanecer fieles al origen

Para muchos productores, la respuesta reside en fortalecer la autenticidad de la marca Champagne. “En tiempos de incertidumbre, nuestra respuesta es la estabilidad”, resume Michel Drappier. “Llevamos ocho generaciones creyendo en una sola estrategia: elaborar un vino fiel a nuestro terruño, que exprese quiénes somos. No somos políticos, somos viticultores.”

Esa identidad parece seguir resonando con el público estadounidense, que continúa encontrando razones para brindar incluso en los tiempos más desafiantes. Aunque el futuro comercial con Europa se mantenga incierto, el champagne conserva su aura de celebración, exclusividad y cultura.

En palabras de Drappier: “En un mundo cambiante, lo más importante es seguir siendo quienes somos.”


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