Acorralados, esa es la palabra que utilizaron dirigentes y productores de la industria láctea en la Argentina para describir la actual situación en la que se encuentran. Mientras, las multinacionales tratan de achicar su exposición ante la crisis económica provocada por la alta inflación y apuntalada por el difícil contexto mundial en pandemia, tamberos, productores e industriales hacen esfuerzos para no llegar a una estación terminal para toda la industria.
Luego de dos meses de negociación previa, esta semana finalmente se llegó a un acuerdo y se firmó un acta entre el Ministerio de Desarrollo Productivo, a través de la Secretaria de Comercio Interior, la Secretaría de Agricultura del Ministerio y las cámaras de la industria lechera.
La iniciativa del Centro de la Industria Lechera (CIL), la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (Apymel) y la Junta Intercooperativa de Productores de Leche, justo antes que suene la campana, logró una aceptación por parte del Gobierno argentino, a partir de una intermediación del Director Nacional de Lechería, Arturo Videla, que en un año de gestión consigue así la primera “victoria” para el sector.
La amenaza del cierre de las exportaciones era tangible. La industria lechera no tiene la espalda de la carne, hace años están inmersos en una crisis crónica. A cada nuevo gobierno no le importa la desaparición constante de más y más tambos en toda la Argentina, es un proceso que lleva décadas.
En un marco de emergencia sanitaria por el Covid, ese proceso se hizo más pronunciado ya que el acceso a los bienes fundamentales se complejiza en un esquema de elevada inflación. Solo sobreviven porque “deviene necesario asegurar precios y abastecimiento, previsibles y razonables para los productos lácteos de consumo familiar dentro del país” dice el Gobierno y continúa, “evitando para ello que las fluctuaciones del precio internacional de este bien distorsionen los precios internos y generen un valor excesivamente oneroso para su adquisición por parte de la población”.
Así dice el acta que alude a la influencia internacional de los valores de los lácteos pero olvida la presión impositiva que tienen los precios al consumo -en la Argentina un simple cartón de leche paga 21% de IVA-, que no cesan en su ritmo alcista.
Más allá del desapego de los políticos por una industria que emplea de manera directa a más de 40.000 trabajadores en la Argentina, hay que destacar que “el programa Precios Cuidados se ha constituido como una herramienta valiosa para garantizar el precio de referencia de ciertos productos de consumo masivo”, aunque no se encuentren en todas las góndolas del país, o no sean los más económicos a la hora de efectuar una compra.
Con las firmas del Ing. Agr. Anibal Schaller por el CIL (Centro de la Industria Lechera), Pablo Villano, Presidente de Apymel (Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas), el lechero de James Craig, Danny Lorenzatti por la JIPL (Junta Intercooperativa de Productores de Leche) de forma virutal y la Secretaria de Comercio argentina, la economista y docente Paula Español acordaron cuatro pautas que evitan no solo el cierre a las exportaciones, vitales para el sosten de la industria, sino además mayor intervención por parte del gobierno argentino que hasta el momento ha demostrado carecer de pericia para el desarrollo de un plan que ayude a a elevar las expectativas de toda la industria en un contexto mundial donde continúa el aumento de productos lácteos de calidad.
Los cuatro puntos fundamentales del acuerdo:
Si bien no lo dice el acuerdo firmado, este acercamiento con el Gobierno es una manera de asegurar el acceso a alimentos básicos a buen precio para el consumo más debilitado por la situación socio-económica, por un lado, pero por el otro es la manera de comprometer al Gobierno a no intervenir en el negocio lechero, intentando evitar situaciones que pongan en riesgo la planificación de un sector muy extendido en el mapa y que precisa de muchas certezas para seguir adelante.
Si bien en un inicio se había solicitado la rabaja de las retenciones para el segmento lechero, esto no se consiguió, las alícuotas seguirán iguales, pero con cierta “tranquilidad” de poder seguir negociando con el exterior y cumpliendo con las entregas.
En este sentido, cabe destacar que el acuerdo venía siendo dialogado de manera informal desde el año pasado, que tomó más forma hace unos dos meses y a partir de la inmediata anuencia de las industrias, el Gobierno se sentó a debatir las condiciones. La situación que atraviesa el sector ganadero y frigorífico actualmente no influyó en el armado y desarrollo de este acuerdo.
En concreto, lo que se hizo fue lograr que más empresas grandes, pequeñas, medianas y cooperativas ingresen al sistema que propone precios cuidados, con mayor variedad de productos, pasando en breve de una oferta vigente de 15 millones de litros a unos 28 millones mensuales, generando esa alternativa con el “desenlistado” de los lácteos de la lista de precios máximos, quedando sólo las leches en sachet y tetra pack.
No se descarta que el acuerdo pueda seguir ampliándose a medida que avance el año, sobre todo porque las perspectivas productivas son buenas. El clima de este verano, las últimas lluvias, permiten una planificación de una productividad mayor en los tambos y de mayor capacidad de proceso en las industrias.
Hacer más quesos o secar más leche para vender al exterior tiene que tener la “garantía” de poder venderlos, sacarlos de las fronteras para no generar inconvenientes de sobrestocks. De alguna manera esto es lo que se buscó con el acuerdo.
Las industrias saben que asegurarse la materia prima es fundamental, por eso ya hay algunas que anunciaron que por la leche cruda de mayo pagarán hasta 1,40 pesos más, acariciando casi los 30 pesos por litro y generando una oxigenación que el tambo necesita, no sólo para sustituir, sino para resistir después de años con las cuentas en rojo.
En el sector y en el Gobierno no hay esperanzas de lograr la estabilidad de la industria local. La Argentina de mayo/junio de 2021 no puede dar ninguna garantía no solo para los próximos meses, ni siquiera para las próximas semanas ni días.
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