¿Qué te cambia ahora que sos uno de los 425 MW del mundo? ¿Es como ser una “nariz”? ¿Cuál es el toque mágico de ser MW?
A nivel personal, probablemente no mucho. No soy diferente hoy de lo que era hace una semana. Seguiré escribiendo sobre los vinos de Sudamérica y trabajando como periodista en la carrera que amo y por la que he trabajado tanto.
Sin embargo, espero que a través del Instituto de Masters of Wine se me brinde una plataforma académica más sólida para comunicar y compartir las regiones vitivinícolas de Sudamérica en un nivel más serio y respetado.
Y ahora tengo una libreta de contactos mucho más grande con expertos en vino de todo el mundo!
¿Por qué creés que solo hay una MW de Argentina (que no vive aquí) y la que sí vive acá (vos) no es argentina?
En realidad, hay dos MW nacidos en América Latina: Marina Gayen, que nació en Argentina, y Dirceu Vianna “Junior”, que nació en Brasil. Creo que ambos se trasladaron al Reino Unido por trabajo y realizaron el proceso del MW allí, ya que Inglaterra es, sin duda, uno de los mejores lugares para estudiar la cata debido al acceso a una amplia variedad de vinos internacionales.
Estudiar para el MW en Argentina es increíblemente difícil. Hasta ahora, nadie ha logrado aprobar el MW desde aquí porque simplemente no tenemos acceso a la cantidad y calidad de vinos internacionales necesarios para preparar los exámenes prácticos.
Yo decidí quedarme porque amo estar en el corazón de la escena vitivinícola y he pasado casi toda mi vida adulta en Mendoza, aprendiendo de los enólogos aqui. Así que nunca consideré mudarme para hacer el MW, aunque tuve que ser muy creativa con mi forma de estudiar.
Vos que trabajaste sobre la Criolla, ¿creés, como Michel Rolland, que Argentina solo debe centrarse en producir Malbec?
No, en absoluto. Creo que Argentina debe abrazar su diversidad de variedades de uva (incluyendo el Malbec y las Criollas) y nunca conformarse con lo que ya ha logrado.
Los mejores enólogos del mundo siempre buscan hacer un vino mejor en cada cosecha, y siempre hay margen para mejorar, incluso cuando dominan una variedad.
Incluso si una bodega decide concentrarse en una sola variedad (como el Malbec), permitir que los enólogos experimenten con otras uvas es una gran manera de aprender y desarrollar sus habilidades y talentos, aunque esos vinos nunca lleguen al mercado.
¿Cómo va a ser tu primer vino? ¿Un Malbec, un blend (de qué), o un blanco?
¡No voy a hacer vino, eso se lo dejo a los enólogos! Pero si un enólogo me ofreciera hacer un vino para mí, pediría un blanco de alta acidez criado bajo velo de flor—quizás un Semillón, Chenin Blanc o Pedro Giménez.
¿Qué les falta a las bodegas de Argentina para dar el salto y un día ser uno de los tres mayores productores del mundo?
Algunas bodegas argentinas ya juegan en las grandes ligas en términos de calidad internacional. Sin embargo, la calidad suele estar vinculada a la experiencia, y las regiones vitivinícolas históricas del mundo, que llevan miles de años haciendo vino, tienen una ventaja sobre Argentina.
Pero con humildad y paciencia, no tengo dudas de que cada vez más productores argentinos llegarán a un nivel de clase mundial.
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