El delicado equilibrio de precios en el mercado del vino a nivel mundial quedó expuesto esta semana en un caso extremo a raíz de un episodio en una reconocida cadena de supermercados franceses que luego de ser denunciado por las asociaciones de vitvinicultores debió salir a enfrentar a la opinión pública explicando en un comunicado que todo fue un simple error en la carga de un precio.
Más allá del error, los problemas que enfrenta la industria del vino en todo el mundo, la baja del consumo, el aumento de los precios, el aumento de los costos, el clima, el aumento de los stocks, la agresividad comercial, etc. se hizo más visible ante la opinión pública tras un episodio que encendió las alarmas entre los productores.
En un supermercado Lidl de Sérignan, en el departamento de Hérault (al sur de Francia), una botella de rosado Côtes de Gascogne de 75 cl apareció en góndola a 0,01 €, cuando su precio normal es de 2,99 €, lo que provocó una reacción inmediata de viticultores y representantes agrícolas. La operación, aunque breve, fue interpretada como un golpe simbólico a la ya frágil imagen de valor del vino en un contexto de sobreoferta y presión en los precios.
El caso salió a la luz cuando un productor local advirtió la etiqueta de precio y alertó a la delegación de Hérault de la FDSEA, la influyente federación agrícola departamental. Según relató el dirigente Jean Pascal Peragatti, co-responsable de la FDSEA en Hérault, la cadena de supermercados primero explicó el episodio como “una operación de liquidación de un producto no referenciado que debía salir de la venta”, para luego rectificar y hablar de un error de etiquetado.
La botella, un rosé de indicación Côtes de Gascogne, se vendía así a una fracción mínima de su valor normal, con una diferencia de casi 2,98 € respecto a su precio habitual. En un momento en que los productores franceses enfrentan dificultades para colocar sus vinos y defender márgenes, la señal enviada al consumidor fue leída como un mensaje profundamente dañino para toda la cadena de valor.
Las explicaciones de la enseña alemana no convencieron a los representantes del mundo rural. “Siempre nos dan la excusa del error de un becario”, criticó Peragatti, citado por Le Figaro, cuestionando la recurrencia de este tipo de argumentos por parte de la distribución cuando se producen incidentes de precios extremos.
Para el dirigente de la FDSEA, el principal problema no es solo el impacto puntual en ventas, sino la percepción que se instala en el consumidor. Señaló que este tipo de prácticas puede llevar a que el público piense que “los vinos que se venden a cinco euros están sobrevalorados”, debilitando la capacidad de los viticultores de sostener precios que reflejen sus costos reales de producción y la calidad del producto.
Peragatti también subrayó que Lidl contaba con otras opciones para gestionar un eventual excedente de stock sin necesidad de marcar una botella a un céntimo. A su juicio, la cadena podría haber optado por fórmulas como ofrecer cajas gratuitas ligadas a otras compras o incluso donar el vino a organizaciones solidarias como los Restos du Cœur, que gestiona bancos de alimentos y comedores sociales en Francia.
Esa vía, remarcó, habría permitido evacuar inventario sin transmitir la idea de que una botella de vino puede valer prácticamente nada. En un contexto en el que muchos viticultores se ven obligados a destilar o arrancar viñedos ante la caída del consumo y la presión de precios en los lineales, el gesto de vender a 0,01 € fue percibido como una falta de respeto hacia el trabajo del sector.
Aunque Lidl calificó el episodio como un incidente aislado derivado de un error interno de etiquetado, los sindicatos agrícolas y vitivinícolas de la región advirtieron que no descartan nuevas medidas si episodios similares se repiten. El caso se suma a una tensión de fondo entre la gran distribución y los productores, donde el precio en góndola se ha convertido en un símbolo de la batalla por el valor del vino francés.
Para una industria que intenta reposicionarse con mayor foco en calidad, origen y sostenibilidad, ver una botella de rosado a un céntimo en un gran supermercado no es solo una anécdota: es un recordatorio de lo frágil que puede ser la construcción de valor cuando la variable precio se utiliza sin considerar el impacto sobre toda la cadena productiva.
La industria del vino no es ajena a este problema que puso en alerta a los viticultores de Francia. En Buenos Aires y en otras ciudades de la Argentina, comerciantes de vinos se quejan de la agresividad de las grandes cadenas y de las mismas bodegas que en los meses cercanos a las fiestas de fin de año salen a liquidar stocks a precios muy por debajo de los que se comercializó a lo largo del año con descuentos de hasta el 60% del precio de lanzamiento.
A esta situación en Argentina también enfrentan una compleja situación debido a la fuerte baja en el consumo de vino que no se detiene hace más de 20 años de manera constante pasando de ser un país que consumía 75 litros per cápita por año -hace más de 50 años- a consumir en la actualidad poco más de 14 litros per cápita en 2025.
Todo esto frente a una dirigencia de las asociaciones que en los últimos años no dejó de resaltar frente a la sociedad y los medios “los logros del vino argentino” frente al mundo, con grandes puntuaciones para algunas bodegas, reconocimientos a nivel mundial por el malbec, etc. todo mientras en el mercado interno el consumo de la bebida bajaba de manera constante y estrepitosa a niveles que en poco tiempo serán comparables a los de sus países vecinos reconocidos como no consumidores de la bebida nacional de la Argentina.
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