La decisión del gobierno de EE.UU. de frenar la publicación de un informe que advertía sobre los riesgos del consumo de alcohol ha generado un efecto inmediato en la industria, especialmente entre cervecerías, bodegas y destilerías, que enfrentan un contexto de caída histórica en el consumo y cambios en la percepción social del alcohol.
La medida se produce cuando el consumo de alcohol en EE.UU. está en su nivel más bajo desde 1939: solo el 54% de los adultos declara consumir bebidas alcohólicas y casi la mitad de la población planea reducir su ingesta durante 2025, según estudios de Gallup y NCSolutions. El fenómeno responde tanto a la preocupación por los riesgos —el 53% expresa inquietud incluso ante un consumo moderado— como a nuevas tendencias entre jóvenes y consumidores “curiosos sobrios”.
La caída se refleja en los resultados económicos: un camarero explicó que, al vender menos alcohol, los ingresos en restaurantes y bares también se ven golpeados por la reducción en las propinas, mientras que proveedores y cadenas de distribución redefinen su estrategia de productos y márketing.
Organizaciones como el Distilled Spirits Council of the United States (DISCUS), la American Cider Association y la Brewers Association lideraron la presión para desestimar el informe retirado, destacando —como señala la coalición Science Over Bias— que “las guías alimentarias deben basarse en una mayoría clara de pruebas científicas”.
Algunos panelistas que defendieron posturas más laxas fueron señalados por sus vínculos con el sector, mientras el lobby del vino señala que un endurecimiento en las guías golpearía especialmente a los productores, que ya sufren caídas en ventas tras la advertencia de la OMS sobre “ningún nivel seguro de consumo”.
La posibilidad de que las nuevas guías limiten el consumo recomendado a solo dos tragos semanales, inspirado en el modelo canadiense, inquieta a bodegas y cervecerías. Un sondeo entre consumidores reporta que “el 66% de los jóvenes entre 21 y 39 años reduciría su consumo si se aplicaran límites tan estrictos”, lo cual podría desacelerar el segmento premium y las innovaciones en la categoría.
Pese al crecimiento del mercado de cerveza a nivel global —el mercado norteamericano lidera con el 21,2% de los ingresos—, la premiumización y las alternativas sin alcohol encaran ahora el doble reto de suplir tanto la merma de consumo como el cambio de imagen frente al consumidor informado. La categoría de bebidas alcohólicas registró en 2024 una subida del 54% en ventas de productos premium, pero los cambios regulatorios podrían moderar ese crecimiento en los próximos años.
El futuro de la industria alcohólica en EE.UU. está ligado a la orientación final de las próximas Guías Alimentarias. Las compañías de bebidas, junto a cadenas de distribución y restauración, ya monitorean la comunicación oficial y redefinen sus estrategias de producto, inversión publicitaria y etiquetado. Un directivo del sector lo resume así: “el verdadero regulador hoy es la percepción del consumidor sobre riesgo y bienestar, no solo la ley o la guía oficial”.
Mientras tanto, el retiro del informe expresa el peso político del sector y cómo las grandes compañías buscan adaptarse a un consumidor que exige transparencia, salud y nuevas experiencias, incluso en un contexto de caída de volúmenes, inflación y premiumización de la oferta.
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