El consumo de alcohol en Estados Unidos -el mercado más importante del mundo- atraviesa una transformación histórica. Por primera vez desde que se iniciaron las encuestas en 1939, la proporción de adultos que beben alcohol cayó al 54%, según los últimos datos publicados por Gallup. Esta cifra marca uno de los niveles más bajos registrados y refuerza una tendencia que viene consolidándose desde 2022.
El informe revela que el descenso en el consumo está estrechamente relacionado con un cambio en la percepción sobre los efectos del alcohol en la salud. Por primera vez, la mayoría de los estadounidenses considera que “el consumo moderado de alcohol es malo para la salud”.
En números, el 53% de los encuestados sostiene que beber uno o dos tragos al día es perjudicial, un aumento significativo frente al 28% registrado en 2018 y al 39% en 2023. Este cambio de mentalidad se alinea con investigaciones recientes que indican que “cualquier nivel de consumo de alcohol puede afectar negativamente la salud”, según Gallup.
Hace apenas dos décadas, entre 2001 y 2011, esta percepción se mantenía en torno al 25%, mientras que otro 25% creía que beber con moderación era beneficioso. Hoy, esa creencia positiva se desplomó: solo el 6% de los estadounidenses la comparte en 2025.
La encuesta también destaca un comportamiento generacional interesante. El 66% de los jóvenes entre 18 y 34 años cree que beber moderadamente es malo para la salud, posicionándolos como los más críticos con esta práctica. Sin embargo, el mayor crecimiento en esta percepción se da entre los adultos mayores: en 2023, apenas el 29% de los mayores de 55 años consideraba que el alcohol era perjudicial, mientras que en 2025 la cifra subió al 48%.
Incluso quienes continúan bebiendo lo hacen con menor frecuencia. Según Gallup, solo el 24% de los consumidores dijo haber bebido en las últimas 24 horas, el nivel más bajo de la serie histórica. En contraste, el 40% afirmó que había pasado más de una semana desde su última bebida, el valor más alto registrado desde el inicio del milenio.
Este giro en la relación de los estadounidenses con el alcohol plantea retos y oportunidades para la industria de bebidas. Con un consumidor más consciente de la salud y con hábitos cambiantes, marcas de vinos, espirituosas y cervezas deberán adaptarse a un mercado donde la moderación —o la abstinencia— gana terreno.
El mensaje es claro: la era del consumo sin cuestionamientos quedó atrás.
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