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Champagne: las burbujas de millones de euros no tapan el debate “Herbicidas 0”

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En 2018, en medio de la borrachera de dos años espectaculares, los productores de Champagne se comprometieron públicamente a no usar más herbicidas a partir de 2025. Ahora todo cambió: hay debate y polémica en medio del récord de ventas globales y una baja de 15% en los rindes de parcelas sustentables.

En 2018, en una carta abierta publicada en el diario Le Monde, 125 viticultores de Champagne pidieron implementar el abandono del control químico de malezas para 2025. Al poco tiempo, en medio de la “borrachera” de dos vendimias espectaculares, la Association Viticole Champenoise (AVC) se hizo eco y lanzó públicamente el objetivo de “cero herbicidas en 2025”.

La idea de semejante compromiso se adelantaba incluso a futuras medidas que podía tomar el Parlamento Europeo y de esa manera los productores de Champagne se ponían a la vanguardia ya no solo en la industria del vino en Francia sino de la agricultura a nivel global.

“La suerte está echada”, dijo Jean-Marie Barillère, presidente de Union Maisons Champagne, en la asamblea de fin de año del prestigioso Comité Champagne y envalentonado agregó “está claro hacia dónde se dirige el debate público sobre el glifosato, que ciertamente no es la molécula más peligrosa que existe. Hay una gran posibilidad de que a partir de 2022, que en viticultura significa mañana, no se renueve. Prefiero mirar hacia un futuro honorable para Champagne que mirar hacia el pasado”, continuó Barillère, “en términos ecológicos y económicos, así como también en términos de imagen”. 

Apenas un año después, el mayor productor de Champagne, Moët Hennessy, propietario de Dom Pérignon y Veuve Clicquot, anunció en febrero de 2020 que todos sus viñedos en Champagne estarán libres de herbicidas a finales de año y además subió la apuesta invirtiendo 20 millones de euros en un centro de investigación en la región de Champagne dedicado a la investigación científica en torno a la viticultura sostenible.

Y todo cambió

Vino la pandemia, la postpandemia, la crisis de la logística, la del vidrio y, a pesar de los pronósticos de récords negativos para las bubujas en el mundo, las compañías productoras de burbujas de todo el mundo comenzaron a comunicar ventas récord de botellas, el aumento de los precios, la premiunización y el aumento de las exportaciones. Mejor imposible.

Hasta que hace apenas unas semanas todo hacía pensar que nada podría modificar esa hoja de ruta autoimpuesta por los más de 16.000 productores de Champagne. Es decir, adiós a los herbicidas en 2025, incluso con la idea de incluirse en el pliego de condiciones de producción de la DOC, y certificación de sostenibilidad en el 100% de los viñedos para 2030 incluyendo un compromiso de disminuir la huella de carbono.

El año pasado, en abril, ya hubo un adelanto de la futura polémica cuando el presidente del Syndicat Général des Vignerons (SGV ), Maxime Toubart avisó a la Association Viticole Champenoise (AVC) las dificultades de los productores para cumplir con la agenda propuesta a fines de 2018 ya que los viticultores no estaban de acuerdo “contra el cambio radical de la asociación comercial de Champagne“.

Llamando la atención sobre puntos de vista polarizados, destacó una cruzada llamada #StopHerbicideEnChampagne y, en el otro extremo del espectro, un movimiento aún por formalizar entre los productores para presionar por el uso continuo de herbicidas con el argumento de que contribuyen a la sostenibilidad económica, si no ambiental, de la denominación.

El viernes, se publicó un artículo completo de Caroline Henry para winesearcher.com, que consideró el tema de los herbicidas en Champagne y citó un impulso cada vez más fuerte para que la región prohíba la aplicación de herbicidas en la denominación y describió que “el derecho al uso de herbicidas en Champagne se ha vuelto casi tan divisivo como el derecho a portar un arma en los Estados Unidos”.

¿Cuál es la discusión?

Además del hecho de que los herbicidas son tóxicos para los humanos y la vida silvestre, el principal problema parece ser la promesa anunciada por la Asamblea General de la Asociación Viticole Champenoise (AVC) de erradicar los herbicidas de la región pero que ahora parece será difícil de cumplir, aunque aún deseable, no sería quedar consagrado en las reglas de la denominación, conocidas como cahier des charge, o especificaciones técnicas.

En otras palabras, deshacerse de los herbicidas sería voluntario; no obligatorio como se dijo hace casi 5 años atrás..

Vale recordar que fue el mismo Toubart el que anunció el objetivo de “Herbicidas 0” para 2025” y en ese momento agregó que en los próximos años cualquiera que use herbicidas químicos no podría vender sus uvas para hacer champagne.

Más recientemente, en diciembre pasado, Toubart justificó su posición en la reunión de la AVC, que estuvo dirigida por los presidentes conjuntos del Comité Champagne: Toubart en representación de los viticultores y David Chatillon por las casas, o Union des Maisons de Champagne. (UCM).

Toubert le explicó al medio inglés The Drinks Business que la decisión de prohibir los herbicidas en Champagne para 2025 se tomó después de un período de condiciones vitivinícolas benignas, en sus propias palabras dijo que “cuando decidimos en 2018 hablar de Herbicidas 0, fue después de dos años excepcionales” como fueron el 2017 y el 2018.

Ahora, transcurridos 5 meses de 2023 explicó que “con nuestra experiencia ahora, con todos los técnicos del Comité Champagne, podemos decir que podemos reducir aún más el uso de herbicidas en Champagne, pero no creemos que Herbicidas 0 sea la mejor opción, porque en algunos lugares se pueden dejar de usar pero en otros no”.

La explicación del dirigente vitivinícola tiene cierta lógica ya que en algunos viñedos con pendientes pronunciadas, donde el control mecánico de malezas es difícil, el Comité Champagne estaba promoviendo una variedad de medidas de control de malezas que incluyen herbicidas.

“Tal vez la mejor solución son los cultivos de cobertura, el acolchado y los herbicidas. Hemos decidido proponer una caja de herramientas con muchas posibilidades”, dijo, y agregó también que la idea es que “donde se puede evitar poner herbicidas, entonces se debe dejar de usarlos”.

“Seguimos teniendo el mismo objetivo de Herbicidas 0 en Champagne, pero si bien es fácil decirlo, tal vez no sea una buena idea… El objetivo de prohibir los herbicidas para 2025 sigue ahí, pero ningún viticultor lo hará si no tiene otras soluciones técnicas” refiriéndose lisa y llanamente al uso de herbicidas cuando sea necesario.

Otro que también salió a explicar el asunto del Herbicida 0 fue el director general de la UMC, David Chatillon, dando a entender que el furor que siguió a la declaración de diciembre de que los herbicidas no estarían prohibidos como parte de las normas que rigen la producción de champagne fue el resultado de un “malentendido”.

Junto con Toubert, durante una reunión con los copresidentes en Epernay a principios de este año, Chatillon dijo que “el objetivo” de eliminar los herbicidas de Champagne para 2025 no había desaparecido, pero que no estaría en el cahier des charge de la denominación, “porque hay algunas situaciones en las que es imposible usar cero herbicidas”.

Chatillon explicó que “algunas personas” habían malinterpretado el anuncio de Toubert, creyendo que significaba que el objetivo de cero herbicidas había sido abandonado por completo, lo que, enfatizó, no era el caso.

Sin embargo, la idea de que hay algunas laderas tan pronunciadas que la única solución es aplicar herbicidas no es cierta, aunque sí es cierto que los costes del control mecánico de malas hierbas son mucho mayores en esos sitios. Por ejemplo, uno de los viñedos más vertiginosos de Champagne es el Clos des Goisses de Philipponnat, con una pendiente que oscila entre los 30 y los 45 grados, y sin embargo no se aplican herbicidas. Demasiado empinados para los tractores, los suelos se trabajan a mano con la ayuda de caballos, una solución costosa pero eficaz, aunque el gerente Charles Philipponnat espera mejorarla.

“Estamos buscando formas de arar menos y desmalezar menos plantando pastos de bajo crecimiento que evitan que crezcan las malas hierbas, pero en algún momento hay que controlar las malas hierbas invasoras; no hacer nada no es una opción”, explicó al medio inglés a principios de este año, cuando discutió las razones de sus costosas técnicas de gestión manual.

Los desafíos de la sostenibilidad

“La parcela promedio en Champagne es de 0,12 hectáreas, y la finca promedio en Champagne es de menos de 3 ha, de las cuales solo 1 ha es propiedad del agricultor y otras 2 ha se alquilan a particulares, que suelen ser otros miembros de la familia. Esto hace que sea muy difícil tomar decisiones estructurales”, dijo refiriéndose a imponer restricciones a los productores y viñateros de Champagne.

Esto significa una red fragmentada de pequeños productores, que asciende a unas 16.000 personas, un desafío para cualquier asociación que pretenda cambiar las reglas en Champagne.

Hay que ser claro, escuchando la mayoría de las voces de uno y otro lado, el principal desincentivo para deshacerse de los herbicidas es el efecto que tiene en los rendimientos.

Hace algunos años, cuando el mercado del champagne era menos voluminoso, la cantidad de uva que los viticultores podían cosechar para hacer la champagne era menor: los rendimientos en Champagne se rigen por la región según el nivel de demanda actual y previsto, así como como la cantidad de existencias mantenidas en las bodegas de los productores.

Pero hoy, dado que la oferta de champagne en las cosechas de 2020 y 2021 es inferior al nivel actual de demanda mundial (que fue de 326 millones de botellas el año pasado), los rendimientos establecidos por el Comité de Champagne aumentaron en 2022, lo que permitió producir más uvas por hectárea y por ende, generando mayores ingresos por hectárea para los productores.

Esto es en extremo relevante, no tiene sentido no darle importancia al dinero cuando los miles de productores afrontan cada año, malas y buenas cosechas, heladas, sequias, lluvias, muchas y también escasas y en cada uno de esos distintos momentos el productor muchas veces se encuentra solo a la hora de tomar decisiones fundamentales para su supervivencia.

Razones que se apoyan en números

Deshacerse de los herbicidas puede hacer que la producción de uva de la vid caiga hasta en un 15 % de una cosecha a la siguiente, y eso es el resultado de la cubierta verde del suelo que florece sin los venenos. No hace falta ser agrónomo para comprender que las plantas de bajo nivel compiten con la vid en busca de agua y nutrientes.

Cuando los rendimientos regulados en la región se establecieron en un promedio de alrededor de 10.000 kg/ha (produciendo 288,2 millones de botellas de la región de 34.000 ha), una reducción del 15 % en la producción debido a un cambio hacia una viticultura sostenible podría haber sido un problema menor porque los rendimientos permitidos eran inferiores a los que la vid producía de forma natural.

Sin embargo, dado que los rendimientos máximos permitidos ascienden a 12.000 kg/ha con la cosecha 2022 (equivalente a 346 millones de botellas) y es probable que sean iguales o más altos para esta cosecha, los productores querrán asegurarse de alcanzar esa cifra para maximizar sus ingresos.

Con los precios de las uvas en su punto más alto -como nunca antes-, un aumento de alrededor del 10 % en toda la región para llegar a € 7,00 por kilo (o más) a partir de la cosecha 2022, una reducción del 15 % en los rendimientos que podría seguir al cambio a Herbicidas 0 puede hacer que un productor pierda hasta € 14.440 en ingresos por hectárea, basado en una caída de 12 000 kg/ha a 10 200 kg/ha (o 84.000 €/ha a 71.400 €/ha).

Además de esto, es posible que el productor deba invertir en nuevas herramientas mecánicas para controlar las malas hierbas, lo que, por supuesto, representaría un costo adicional.

Ahora, debe tenerse en cuenta que las uvas certificadas producidas de forma sostenible en Champagne atraen una prima de los compradores de alrededor de € 0,5 por kilo, pero eso solo generaría € 5.100 adicionales por hectárea para los productores, en base a que reciben € 7,50 por kilo de uva con el rendimiento más bajo de 10.200 kg/ha, lo que les reporta € 76.500 por hectárea (esto sigue siendo € 7.500 menos por hectárea de lo que obtendrían si alcanzaran el rendimiento máximo permitido con uvas no certificadas: 84.000 €/ha, como se describió anteriormente).

Estos datos fueron confirmados por el mismo Toubert, un viñedo que está certificado como VDC (Viticultura Sostenible en Champagne), generalmente tiene un rendimiento 15% más bajo que uno que elige no seguir las pautas de VDC.

Y dice que es el mismo impacto si un productor opta también por la certificación HVE (Alto Valor Ambiental), que es otra forma de demostrar que maneja las vides de manera sostenible tal cual aseguran varias de las bodegas más conocidas de Francia.

En las 34.000 ha de Champagne, Toubart sorprende explicando a The Drinks Business que el 64% de la producción está actualmente certificada (la mayoría es VDC), aunque esa cifra cae demasiado al 34% cuando se mide el número de personas con la acreditación. Claro, también dice que el objetivo es que el champagne que se consume en todo el mundo sea 100 % certificado como sostenible para 2030 y neutral en carbono para 2050.

Pero el desafío será convencer a aquellos que aún no se han movido a prácticas sostenibles para que lo hagan no solo para mejorar las prácticas productivas sino además para sostener la imagen de la industria luego de los compromisos asumidos públicamente hace 5 años atrás.

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Como dijo un tanto ligeramente en enero pasado el director gerente de Bollinger, Charles-Armand de Belenet, el champagne tendrá que prepararse para una disminución general de los rendimientos, a pesar de la relajación de los límites impuestos por el Comité.

“Sabemos que los rendimientos en Champagne van a caer en los próximos años”, dijo al medio inglés , antes de citar dos razones para esto.

El primero de ellos es el aumento de la edad de las vides en Champagne, que ahora se están volviendo menos productivas y más susceptibles a un clima impredecible y a enfermedades que, en conjunto, ejercen un mayor estrés sobre las plantas.

“Las vides son viejas: el promedio actual es de más de 30 años, cuando el mejor equilibrio entre calidad y cantidad es de 20 a 25 años, y debido al cambio climático vemos venir muchas enfermedades”, dijo.

La segunda razón se refiere a los herbicidas. Si bien Bollinger está totalmente a favor de evitar los productos tóxicos y fue, en 2012, uno de los primeros productores de vino en Francia en lograr la certificación HEV y el primero en Champagne en obtener VDC en todos sus viñedos, que actualmente suman más de 180 hectáreas, de Belenet advirtió públicamente que la detención de los herbicidas tendrá un impacto.

“Cuando obtienes VDC y dejas de usar herbicidas, ves una disminución del rendimiento del 15 % en promedio y, con el 60 % de la producción de la región certificada, necesitamos convencer al 40 % restante, pero debemos estar listos para un 15% de reducción en eso”, dejó claro el viñatero.

Dado que la producción certificada real en Champagne en 2022 es un poco superior al 60 %, al 64 % según Toubert, eso significa que el equivalente a 221,4 millones de botellas del espumante ahora se elaboran con uvas cultivadas de manera sostenible, lo que deja 124,6 millones de botellas que no tienen la misma calidad certificada.

Y si el último 36 % se produce de manera sostenible y, como resultado, sufre una caída del rendimiento del 15 % con respecto a los 12.000 kg/ha alcanzados el año pasado, eso significaría una disminución en la producción de 18,7 millones de botellas equivalentes, lo que hace que el total para la región quede en 327,3 millones de botellas.

Con los envíos totales del año pasado alcanzando los 326 millones de botellas -la cifra anual más alta en 15 años y la tercera más alta desde el aumento previo al milenio en 1999-, la región puede darse el lujo en términos de volumen para hacer el cambio a Herbicidas 0 con base en los niveles actuales de demanda, especialmente considerando el sistema de Champagne de mantener en tanque al menos el valor de una cosecha de vinos de reserva, y en un momento en que los niveles promedio de existencias entre los productores ascienden a alrededor de 4 años de ventas.

Es la economía estúpido

Por lo tanto, además de la publicidad negativa que corre el riesgo de Champagne por las imágenes de plantas “envenenadas” que llegan al consumidor, existe una justificación para que la región haga el cambio a Herbicidas 0 para 2025: no resulta fundamental el suministro de uvas de viñedos de muy alto rendimiento.

Y, si bien los productores pueden sugerir que deshacerse de los herbicidas afectará la “sostenibilidad financiera” de la producción de uvas en Champagne, lo contrario puede ser cierto.

El costo de hacer champagne está aumentando significativamente debido al aumento del precio no solo de las uvas, sino también de la mano de obra y la energía -la maldita guerra-, junto con los productos secos y el aumento de las tasas de interés (un gasto adicional importante si tiene que pedir dinero prestado para financiar el vencimiento de las existencias).

Todo esto sumado está elevando los precios minoristas de las bebidas espumantes en el mundo, lo que afecta el posicionamiento de Champagne, que se está moviendo más en el mercado y, por lo tanto, lo está distanciando de una distribución más impulsada por el volumen.

En resumen, para justificar precios más altos en las góndolas de las vinotecas, el champagne debe experimentar un cambio gradual, ayudado por la calidad, la marca y la gama, hacia expresiones de mayor valor, ya sean brut réserves, rosados ​​o blanc de blancs, junto con vinos añejos y cuvées de prestigio.

Tal movimiento no requerirá más volúmenes. De hecho, todo lo contrario: requerirá más calidad.

La industria lo tiene claro, los productores tienen el objetivo de seguir sumando valor buscando activamente más uvas certificadas por VDC tanto para satisfacer la demanda del mercado como para ofrecer un vino base más fino y elaborado de acuerdo con un conjunto de reglas de buenas prácticas.

Los que no lo entienden así, aquellos que no adopten prácticas vitivinícolas sostenibles, posiblemente no encuentren mercado para sus uvas y, como resultado, es posible que se amplíe el diferencial de precios entre racimos certificados y no certificados.

Si tal escenario resulta cierto, es probable que la economía de ser un productor de uva en Champagne favorezca las prácticas vitivinícolas sostenibles y el 36% restante de la producción se destine a la certificación.

Estrategias de seducción

Tal cual lo dicen los dirigentes de los sindicatos y asociaciones -lo dicen ahora-, esto llevará tiempo ya que al día de hoy, mayo de 2023, solo el 34 % de los 16.000 productores tiene certificado su trabajo.

Eso significa que aproximadamente 10.560 propietarios que necesitan ser convencidos de los méritos de deshacerse de los herbicidas, y faltan menos de dos años para que la región alcance la fecha límite para su objetivo autoimpuesto de cero herbicidas.

Sin un cambio en las reglas para hacer que el cambio sea obligatorio, es seguro decir que este objetivo está muy lejos de ser alcanzado.

Sin embargo, forzar un cambio estaría plagado de dificultades.

A principios de este año, otros agricultores franceses, lo de la remolacha azucarera, llevaron cientos de tractores al centro de París para protestar contra el endurecimiento de las normas sobre el uso de pesticidas en la agricultura. ¿Alguno duda que los de Champagne no harán lo mismo? ¿Alguno cree que se sometan silenciosamente a cambios forzosos en sus prácticas vitivinícolas que inmediatamente disminuirían sus ingresos?

Ante esta posibilidad, es muy posible que Toubart y el Comité Champagne decidieran en los últimos meses no endurecer las reglas sobre los herbicidas y así evitar una reacción violenta que no favorecería para nada a uno de los productos de lujo de mayor crecimiento de los últimos 5 años.

Pero ya se trate de agricultores que defienden su derecho a aplicar herbicidas o de cultivadores de mente ecológica que destacan las malas prácticas vitivinícolas, ninguno de los lados de este debate está ayudando a la imagen de Champagne, un desarrollo que podría ser de particular preocupación en un momento en que este excelente vino espumoso está en movimiento sube de precio mientras su demanda global no parece tener techo.

Después de todo, son los productos de lujo los que tienden a atraer el escrutinio más cercano del consumidor, y un champagne más caro debe estar preparado para eso.

Finalmente, vale la pena señalar que, si bien son las Maisons las responsables de promover la excelencia del champagne y beneficiarse de ella, son los productores los que obtienen cuantiosos ingresos debido al posicionamiento de la gama alta del producto.

En otras palabras, nadie duda que mantener la imagen de Champagne en lo más alto de todo, es del interés de todos, incluso los consumidores.

Fuente: Wine Searcher, The Drinks Business, Vitisphere


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