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Hace más de 13 años que no llueve lo suficiente pero Chile sigue siendo el mayor productor de vino de América Latina y el quinto del mundo. La nieve acumulada se acaba. El agro está en crisis. Mientras tanto, gobierno y empresas tienen dudas sobre los derechos de agua en la nueva constitución.

Desde que se comenzaron a tomar registros de las precipitaciones en 1915, nunca hubo tan poca agua en toda la geografía de Chile.

Más allá de todo, desde fines de febrero hasta las últimas semanas de abril, en los distintos valles de Chile, el sector vitivinícola va terminando la temporada de vendimia luego de pasar por un escenario complejo.

No solo por los estrictos protocolos para evitar los contagios y la complejidad de atraer mano de obra, sino especialmente por el escenario de escasez hídrica que afecta hace más de una década a la mayor parte de Chile.

Una sequía prolongada no tiene nada de novedoso en Chile, una de las primeras que se recuerda en los libros de historia fue a mediados del Siglo XVIII y lo más importante que dejó esa tragedia natural fue su consecuencia positiva: provocó el inicio una de las primeras grandes obras hidráulicas del país, el Canal San Carlos que luego de más de 70 años de idas y vueltas -se inauguró recién en 1820- unió el río Mapocho con el Maipo.

Durante los últimos diez años, la zona central ha mostrado carencias sostenidas en las precipitaciones, registrándose en 2019, un déficit de 76% de lo que se considera un año normal. En diciembre de 2019, 79 comunas están bajo la categoría de “zona de escasez hídrica” según la Dirección General de Aguas (DGA).

Pero esa es apenas la punta del problema

Infografía publicada en el diario Clarín en base a datos suministrados por la DGA de Chile.

Según el estudio realizado por el CEP, el Centro de Estudios Públicos, en el estudio “Megasequía: Diagnóstico, impactos y propuestas”, las sequías se convertirán en una “nueva normalidad climática” en el país endino.

En el Balance Hídrico Nacional publicado por la DGA en este 2022, la historia sobre el agua en Chile va camino a ser aún peor solo teniendo en cuenta que para el periodo 2030-2060, la disponibilidad del agua en el norte y centro de Chile podría disminuir más de un 50%.

De mantenerse esta proyección para el año 2040 Chile será uno de los 30 países con mayor estrés hídrico del mundo, dijo Juan José Crocco, ex subdirector de la Dirección General de Aguas y principal firma del estudio.

El informe expone que debido la geografía del país, caracterizada por bordes costeros a baja altura, áreas áridas, semiáridas, boscosas, espacios propensos a la desertificación y zonas urbanas con problemas de contaminación atmosférica, Chile está considerado como altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, viéndose aun más afectado debido a que las actividades económicas y sociales realizadas en el territorio dependen de la disponibilidad hídrica, obtenida principalmente por las precipitaciones.

Ahora, en los primeros meses del nuevo gobierno del presidente Gabriel Boric, la poderosa industria chilena del vino espera una pronta reacción que vaya más allá de campañas del buen uso de los recursos hídricos que promueve la nueva constitución.

Chile, como todos los países productores de vino, necesitan de obras hídricas importantes y, lo más importante, que el Estado de respuestas rápidas y que estas sean efectivas en el corto plazo porque la nueva normalidad no espera y en los valles chilenos ya está asentada cómodamente incluso antes de la pandemia.

Los pronósticos para vitivinicultura

Sin morderse la lengua ni andar con vueltas de la política, el presidente de Wines of Chile, el productor vitivinícola Aurelio Montes, estimó en el mes de febrero una baja en la producción en niveles entre 10% y 20% en su evaluación preliminar de la cosecha que viene.

Tras recorrer viñas ubicadas desde el Maule hasta Colchagua -zonas fuertemente afectadas por el déficit hídrico- el presidente de Wines of Chile, Aurelio Montes, manifiesta su preocupación por el panorama actual del sector.

“En el Maule ví campos que tienen el 20% o 30% ya perdido, simplemente porque no hubo suficiente agua para que la fruta siga su proceso. Eso es muy preocupante en esa zona, y los otros valles también están empezando a sentirse bastante afectados”, señala el también fundador y presidente de Viña Montes.

Comenta que antes de que se hiciera más evidente el actual efecto de la sequía, en diciembre del año pasado se evaluaba una “cosecha normal y quizás levemente baja”.

Sin embargo, agrega que después de sus recorridos en terreno se desprende una conclusión distinta a nivel de industria.

“He estado conversando con gente que se ha movido mucho más que yo, como corredores de fruta, y coinciden que puede haber entre un 10% o 20% de disminución producto de esta falta de agua hacia finales de la temporada”, sostuvo Montes.

Como en todo el mundo

La realidad indica que más allá de los pronósticos de un lado y otro la merma de la cosecha de uvas fue generalizada en todo el mundo, em Nueva Zelanda fue un 18% menor, en la Argentina se estima que estará en el orden del 20%, en Sudáfrica aún no terminó pero ya se sabe que es menor a la del 2021 pero mayor al promedio de los últimos cinco y, finalmente, en Australia todavía no hay datos concretos – se sabe que será menor pero ese es el problema menor de los productores australianos que todavía no se recuperan del shock chino- pero en algunas regiones como la de Tasmania la cosecha es muy inferior al 50% respecto al año pasado.


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