Una tendencia mundial con polémica entre productores y consumidores. ¿Es vino o no es vino? Esa es la cuestión. Viñateros de Chile llevan su reclamo al Congreso contra las bodegas que venden «vino» con agua. En Argentina, el gobierno regula el «vino» sin alcohol.
Mientras el consumo de vino baja a niveles históricos en todo el mundo -vale aclarar que también bajó el consumo de las otras bebidas alcohólicas-, en algunos países la vitivinicultura queda en jaque a tal punto que cientos de productores arrancan miles de hectáreas de vid para poder ingresar a otros negocios agrícolas y, en algunos casos, a desarrollos urbanísticos de lujo.
Los datos del Wine Market Council -sigue los datos de consumo desde 1997- indican que la mejor palabra para describir al actual consumidor de vino es «volatilidad», dijo el director de la entidad Christian Miller pero agregó también que «la categoría de vinos ha perdido (y ganado) clientes frente a otras categorías de bebidas».
Ante esta realidad, no son pocas las compañías productoras de vino que tomaron medidas para no perder ventas pero que para algunos productores que no tienen la misma capacidad de reacción frente a las exigencias del mercado resultan una falta de honestidad frente a los consumidores que entienden que consumen «vino» cuando en realidad no lo es.
En Chile los productores denuncian «fraude» al consumidor
Una contundente exposición efectuaron la semana pasada representantes de organizaciones viñateras de Chile ante la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados de Chile.
Con valor y sin pelos en la legua, productores vitivinícolas explicaron la ausencia de control por parte del gobierno para los productos presentados como «vino» por viña Concha y Toro, San Pedro y Santa Rita, tres de los más grandes productores y exportadores de vino de Chile y del mundo.
Según las viñateras, empresas como Viña Concha y Toro presentan en Chile productos con 8,5% de graduación alcohólica mientras que la ley regulatoria en territorio chileno reconoce como «vino» a bebidas con más de 11% de graduación alcohólica.
La mayor productora y exportadora de vino de Chile, Viña Concha y Toro, presenta sus productos indicando que son «un Sauvignon Blanc y un Rosado de tan solo 8,5% de alcohol, Casillero del Diablo, la línea estrella de la bodega chilena Concha y Toro busca dar respuesta a la creciente demanda de productos más a tono con cierta idea de saludable y lanza al mercado Belight. Por ahora se comercializa en Chile, Brasil y México» explican en portales especializados.
Más allá de la presentación que hace la compañía, también es parte de la polémica el proceso con el que consigue bajar la graduación alcohólica y el contenido calórico que «normalmente contiene 89 calorías, nuestra nueva propuesta posee un 27% menos de calorías que una copa tradicional, sin perder las grandes características por las que Casillero del Diablo es conocido en todo el mundo”, comentó Sebastián Aguirre, Gerente de Marketing Casillero del Diablo en junio del 2023 cuando lanzaron el producto.
Según la presentación realizada frente a parlamentarios del Congreso de Chile, las productoras aseguraron que las características del producto se obtienen no por el proceso de desalcoholización sino simplemente con el agregado y rebajado con agua, algo que, por ejemplo, está completamente prohibido en la Argentina.
El «Vino» sin Alcohol en Argentina es Ley
El Instituto Nacional de Vitivinicultura reglamentó como práctica enológica lícita. De este modo, el gobierno nacional, a través del INV, autorizó esta semana la norma que fue difundida a través del Boletín Oficial que publicó los siguientes artículos para distintas denominaciones.
Artículo 1º.- Apruébase como práctica enológica lícita, la «Desalcoholización del Vino».
Artículo 2º.- Establécese que para realizar la práctica de desalcoholización, sólo se podrán utilizar los equipos que autorice el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), quien fijará la disminución máxima del grado alcohólico y la merma de cada uno.
Artículo 3º.- Apruébase como práctica enológica lícita, la corrección del contenido de etanol del vino como máximo hasta un veinte por ciento (20%). El producto obtenido por esta práctica mantendrá su Denominación Legal según la normativa vigente.
Artículo 4º.- Incorpórase al Artículo 17 de la Ley General de Vinos Nº 14.878 como Vino parcialmente desalcoholizado al producto obtenido por desalcoholización parcial de vino que presenta una disminución del contenido alcohólico del vino por desalcoholización superior al veinte por ciento volumen (20 % vol.), siempre que su contenido alcohólico volumétrico final sea igual o superior a cero como cinco por ciento volumen (0,5 % vol.).
Artículo 5º.- Incorpórase al Artículo 17 de la Ley General de Vinos Nº 14.878 como Vino desalcoholizado o Vino sin alcohol al producto obtenido por desalcoholización del vino que presenta un contenido alcohólico menor a cero coma cinco por ciento volumen (0,5 % vol.).
Artículo 6º.- Establécese que el Vino con Corrección de Alcohol (Reducción del contenido alcohólico), Vino Parcialmente Desalcoholizado, Vino Desalcoholizado o Vino Sin Alcohol y el volumen de la mezcla hidroalcohólica y su grado alcohólico absoluto, deberán permanecer separados del resto de los productos existentes en el establecimiento vitivinícola y serán considerados como un agrupamiento independiente a los efectos de su fiscalización.
Artículo 7º.- Dispónese que la mezcla hidroalcohólica tendrá como destino destilería o fábrica de vinagre.
Las infracciones a la presente norma serán sancionadas según el Artículo 24 de la Ley General de Vinos N°14.878.
La polémica: ¿es o no es vino? Por Ley, si
Mientras importantes referentes de la industria del vino en Argentina lo ven como una oportunidad, hay otros -y no menos relevantes- que de manera velada salieron a criticar no tanto la decisión de la entidad sino más bien el producto en sí.
Uno de ellos, posiblemente uno de los importantes, fue muy claro al decirle a Negocios Líquidos que el vino desalcoholizado, más allá de perder el calor natural de la bebida, además, «para hacerlo bien, es carísimo, un capricho que solo se van poder dar muy pocas personas» y por ello, el productor entendió que más allá de la fuerte tendencia de las preferencias del consumidor por productos con menos alcohol o sin alcohol, no cree que llegue a ser un producto de consumo masivo.
“El vino sin alcohol pierde su esencia”. Así de tajante fue la respuesta de José “Pepe” Galante, uno de los enólogos con mayor trayectoria en la industria argentina al diario Clarín en 2020 cuando Martín Hinojosa, entonces presidente del INV -la entidad reguladora del vino- comenzó a impulsar públicamente el proyecto para modificar la reglamentación que ahora permite producir botellas «alcohol free».
“No podemos ir en contra del mercado abstemio”, le dijo Ángel Mendoza, enólogo y dueño de bodega Domaine St Diego, quien usó su perfil de Facebook para fundamentar su posición a favor de los vinos desalcoholizados. “El vino sin alcohol no es para entendidos. Es para una sociedad joven, sana, madura y libre de alcohol”; planteó, y despertó opiniones encontradas.
Como parte del mismo negocio, desde la COVIAR, más precisamente desde el Fondo Vitivinícola de Mendoza, Sergio Villanueva, director ejecutivo de la entidad dijo que «es una actualización a la realidad que el mercado viene marcando porque hay un cambio generacional, un menor consumo de alcohol«.
Curiosamente, desde la nueva conducción de Bodegas de Argentina plantearon, como impulsores del vino sin alcohol, que es «lo que vienen demandando los nuevos consumidores«. «Hemos impulsado la medida», dijo el vocero Milton Kuret, director ejecutivo de Bodegas de Argentina.
Patricia Ortiz, ex presidenta de la entidad y dueña de Bodega Tapiz fue clara: «El vino sin alcohol primero es vino y luego es sometido a un proceso para desalcoholizarlo”.
Hoy, la mayoría de las bebidas con alcohol permiten o incentivan la mezcla, explicó Villanueva de Coviar, y dio ejemplos: «El fernet con coca, el gin tonic», una idea parecida a la del líder Sin Alcohol, el mendocino Hinojosa que comparó al vino con el café diciendo que el café descafeinado seguía siendo café.
Finalmente, en el diario Clarín, el sanjuanino Angel Leotta, al frente de la Cámara Vitivinícola, se preguntó «para qué vas a hacer fermentar un volumen que después le sacas el alcohol y ya no es vino», planteó . También, en una postura crítica, Juan José Ramos, dirigente de la Asociación de Viñateros, sospechó de “una maniobra para cambiar la ley de vinos»; y a partir de eso, «hacer vino sin uvas, con otras frutas, o pagar menos».
Alejandro Vigil, presidente de Wines of Argentina y gerente de enología de Catena Zapata, dijo que el vino sin alcohol es un aggiornamiento de lo que viene pasando a nivel mundial en los últimos cinco años. «Hay una diversidad enorme de vinos desalcoholizados en Nueva Zelanda, España, Francia y Estados Unidos, con un incremento de más del 200% anual de este tipo de bebidas«.
Y destacó Vigil: «Todas las bodegas exportadoras están yendo hacia esta tendencia de consumo de bebidas sin alcohol, que buscan las nuevas generaciones».